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 Cada Diócesis tiene
sus Patronos que han tenido parte en su fundación y consolidación.
Hoy celebramos a los Santos Padres de Mérida, cuya vida se
desarrolla entre los siglos VI y VII. Sus nombres fueron Paulo,
Fidel, Massona y Renovato. San Paulo fue el primer obispo conocido.
Hombre de oración destacó por su amor a los necesitados. 

Siempre le
tocó poner de relieve la Doctrina de la Iglesia, frente a las
herejías que asolaban aquellos momentos. San Fidel fue su sucesor en
el pastoreo de esa Iglesia. No faltó nunca su espíritu de servicio
y de entrega, trabajando en bien de los sacerdotes y del pueblo fiel. 

Cuentan que gracias a él la Comunidad de Mérida fue un foco de luz
espiritual y humana para el resto de la Península en aquellos
momentos. En el caso de Massona, le tocó ser el siguiente sucesor.
Participó en el Concilio de Toledo, dentro del cual se forjó la
unidad espiritual, cultural y humana en España. 

Y es que por
entonces el rey Leovigildo difundió el arrianismo de que se
consideraba ferviente defensor y este obispo lo tuvo que condenar
para afianzarse en la fe Católica. También abrió muchos templos y
se desvivió por la formación de los sacerdotes. Por fin San
Renovato se dedicó a revitalizar la Comunidad Eclesial. 

A su muerte
dejó todo unido y lleno de paz. Los fieles le quisieron muy
especialmente porque sus enseñanzas y su testimonio les llenaba el
corazón y el alma. Todos estos Santos Padres de la Iglesia
Emeritense, hicieron de ella una parte importante dentro del
territorio peninsular e hispano.