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Tema: No te comas tu semilla
Texto: 1 Reyes 17

Introducción
En la vida nos enfrentamos a muchos momentos de soledad, tristeza, dolor, decepciones, escasez, etc. Es en estos tiempos donde realmente podemos demostrar delante de Dios de que están hechas nuestras convicciones, nuestras bases, pero sobre todo nuestra Fe. ¿Cuantas veces has sentido que nada te sale bien? ¿Te ha pasado que sientes que eres un fracaso en alguna área de tu vida?

Veamos que nos enseña la Biblia sobre cómo abordar los tiempos difíciles.
1. El buen sembrador sabe sembrar con entusiasmo. v.12
a. “Ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo. Lo comeremos y luego moriremos”
b. Qué fácil es esforzarse toda la vida, dar mucho y recoger poco, esforzarse toda la vida no porque consideremos que podemos llegar a algo mejor sino solo para sobrevivir.
c. ¿Te ha pasado de que te levantas cada día creyendo que tu vida nunca será diferente?
d. Qué difícil es cuando pasamos cada día trabajando duro, pero no con el afán de avanzar sino sabiendo que será las ultimas luchas para morir.

2. El buen sembrador sabe sembrar en campo fértil. V.10
a. “Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba”
b. Muchas de las cosas que tenemos que hacer en la vida, serán fáciles, no requieren mayor esfuerzo de nuestra parte y por consiguiente cualquiera lo puede tener, cualquiera lo puede llegar a alcanzar.
c. ¿Cuántas cosas de las que has logrado hasta hoy realmente te han costado? ¿Las has valorado?

3. El buen sembrador sabe sembrar en campo de espinos. V.11
a. “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tus manos”
b. Siempre he escuchado la frase “Las cosas que más cuestan son las que más se valoran”
c. En mi vida he tenido que luchar por muchas cosas que no me han sido fáciles alcanzar, pero me he deleitado cuando he podido llegar a ver el fruto de esa dura, dolorosa y difícil siembra.
d. ¿Qué hacemos cuando hay que sembrar con lágrimas, con dolor, con esfuerzo, y hasta con duda en el corazón?

4. El buen sembrador sabe sembrar su última semilla.
a. “No tengas temor: ve y haz como has dicho; pero hazme con ello primero una pequeña torta cocida”
b. Ese es el momento más decisivo de todos los que deseamos sembrar, cuando tenemos que tomar la decisión de morir o sembrar.
c. Sembrar aquello que no tenemos una sonrisa, dinero, un abrazo, cariño, servicio, esfuerzo, etc.
d. ¿Cuántas cosas no hemos alcanzado porque cuando necesitábamos dar un esfuerzo mayor preferimos morir que sembrar?

Conclusión:
¿Tenemos algún cambio que lograr en nuestra vida?

“Tengo sueño”, me dije. Estaba sola, sentada en el campo era de noche, muy tarde, y al cielo lo cubrían millones de estrellas...

“Tengo sueños”, escuché. Miré a un lado, al otro y nada. “Hey, acá”, me dijo la voz. Miré hacia abajo y allí estaba: un pequeño grillo.

“Tengo sueños, ¿cómo es que tú tienes sueño?”, me dijo, mirándome sorprendido.
“Es que el mundo no es lo que yo esperaba. Hay guerras, hambre, pobreza, dolor y a veces hasta parece que nadie me quiere”, respondí.

“Ah..., ¿y por eso te sientas aquí y no haces nada? ¿Sabes qué pasa? Te has dedicado a pensar que estás cansada y que anda se puede hacer has tenido sueño y no sueños y eso te ha dejado en el peor lugar: ni construyes ni destruyes eres espectadora y jueza y anda haces al respecto”, me dijo, mientras yo lo miraba, sin poder decir nada.
“Si hay guerras”, siguió, “saca tu bandera blanca si hay hambre, no te comas todo tu sola: comparte con tu vecino si hay pobreza, ¿acaso tu no tienes mucho? si hay dolor, extiende tus brazos y cobija a alguien herido. Y nunca pienses que nadie te quiere tal vez muchos te quieran, pero tus pensamientos no te dejan verlo. Sueña, pero despierta, y lucha. Si todos hiciéramos un poquito este sería un gran mundo y yo sé con certeza que así será”. Se quedó en silencio y me miró yo aún no podía hablar. Me sentía bien y mal al mismo tiempo.

¿Cuánto tiempo habría perdido?

“Gracias”, le dije. Fue lo único que me salió.

“No es nada”, me respondió, mientras empezaba a convertirse en una inmensa luz resplandeciente, elevándose poco a poco...

“No te olvides que yo te amo”, me dijo.

Nunca más tuve sueño. Ahora tengo sueños y lucho por ellos y algún día sé que éste será un mundo mucho mejor para todos... “¡Tengo sueños!”
Tomado del boletín "Como el agua", de la Igl. Reformada en Mar del Plata