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El Incrédulo
Otro de los personajes interesantes de la Biblia es Tomás, la historia de su
celebérrimo incidente con Jesús solo se relata en el Evangelio de Juan.

Y como sucede con Jonás, creo que la historia no ha sido benevolente con su figura. “Tomás, el incrédulo”. Así suelen referirse a este discípulo de Jesús.

Pero para conocer un poco más acerca de la personalidad de Tomás, veamos unos capítulos en el libro de Juan

La muerte de Lázaro

Jua 11:11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
Jua 11:12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
Jua 11:13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
Jua 11:14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
Jua 11:15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Jua 11:16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Esta historia nos muestra a un Tomás absolutamente diferente del arquetipo del incrédulo. A decir verdad, todo lo contrario.
Tomás no solo no objetó la veracidad de los dichos de Jesús, sino que agregó “Vayamos también nosotros, para morir con él”.
En otras palabras, Tomás quería ver el milagro en carne propia. Confiaba de tal manera en su Señor, que se ofreció a morir, con la idea de experimentar por sí mismo el milagro.

¿Incrédulo?
Nada de eso. Tomás era un hombre de una Fe inmensa, que no tenía dudas acerca del poder de Jesucristo y que estaba convencido de que éste no le iba a fallar. No se creía cualquier cosa, más cuando tenía la certeza de la palabra dada por Dios la aceptaba sin miramientos.

Jesús consuela a sus discípulos

En el capítulo 14 de Juan, tenemos otro acercamiento a la personalidad de Tomás.

Jua 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Jua 14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Jua 14:4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
Jua 14:5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
Jua 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Jua 14:7 Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

Resulta interesante, que ninguno de los discípulos tenía en claro a qué camino se refería Jesús, ni siquiera, quien era en realidad Jesús. Pero hubo uno que se atrevió a preguntarlo: Tomás.
La archifamosa y doctrinalmente fundamental frase “Yo soy el camino, la Verdad y la vida. Nadie llega al Padre si no es por mí” quizá no hubiera existido sino fuese por el atrevimiento de Tomás para preguntar. Todos se quedaron callados, más la intervención de Tomás sacó de la boca de Cristo una de las revelaciones más importantes de la Teología.

¿Incrédulo?
Yo diría que era una persona que le gustaba profundizar, de no quedarse con dudas.

Jesús resucitado

San Juan capítulo 20, relata el episodio que `crucificaría` a Tomás con el eterno calificativo de “el incrédulo”.

Pero analicemos la cuestión por un instante.
El versículo 19 relata como Jesús se apareció a once de sus discípulos,
entre los cuales no estaba Tomás.
Los discípulos, al contrario de lo que muchos piensan, no saltaron en gritos
de júbilo tales como ¡Halleluyah! ¡¡Resucitó! ¡Era cierto! ¡Bienvenido!.

Por el contrario, reaccionaron atemorizados y llenos de espanto porque
creían estar viendo a un fantasma, ¿alguna vez has visto a un muerto
caminando? Pues solo imagínatelo.

Fue necesario que Jesús estuviera durante largo tiempo explicándoles que
no era un fantasma, sino que era Él mismo resucitado.

Ahora bien, pasados los días, los discípulos le contaron a Tomás que
habían estado con Jesús. A sus compañeros los discípulos (no a Jesús) les
dijo:

Jua 20:25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

Dice la Biblia que:

Jua 20:26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
Jua 20:27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Jua 20:28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Jua 20:29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

En primer lugar notemos el tiempo que pasó desde la primera aparición de Jesús a los discípulos, que Tomás no presenció.
En segundo lugar, es interesante que Tomás no le pidió a Jesucristo que le permita tocar sus heridas. Fue el mismo Cristo quien le ofreció hacerlo.

Tomás, obedeciendo el requerimiento de Jesús, y seguramente turbado por escuchar de boca de Jesús sus propias palabras, se acerca y de inmediato se da cuenta de la realidad de la presencia de Jesucristo:
- ¡Señor mío y Dios mío! – exclama Tomás. Esta expresión resume admiración y humillación. Tomás estaba maravillado.

La frase que sigue, es habitualmente tomada como un reproche de Jesús a Tomás, mas yo creo que no se trata de eso.
Al igual que el resto de los discípulos, Tomás creyó en la resurrección porque había experimentado tener cara a cara al Maestro. Pero esta posibilidad de verlo en persona ya no sería posible otra vez, hasta la Segunda venida de Cristo. De allí que Jesucristo diga bienaventurados los que no vieron, y creyeron. “dichosos lo que no han visto y sin embargo creen”. Estos “dichosos”, somos nosotros, los creyentes de hoy en día, quienes creemos en Jesús o Yashuah solamente por fe.

¿Incrédulo?
Tomás tuvo el privilegio de tocar con sus propias manos el cuerpo del Mesías resucitado. Tomás era una persona que no gustaba de las dudas, de fe inmensurable y de devoción irreprochable.
El mensaje del personaje de Tomás es: Señor, quiero palpar la bendición de tal manera que no tenga dudas que proviene de ti. Tomás no desea que sus sentidos o sentimientos turben su percepción y pueda perderse la maravillosa realidad de Cristo.

Lo notable de todo esto, es que Jesús, jamás dejó sin respuesta a Tomás. Antes bien utilizó sus inquietudes para revelar sus enseñanzas y más grandes misterios a los demás.

La enseñanza de Tomás

¿Cuántas bendiciones - me refiero a bendiciones reales - se pierden las personas que en su apuro se compran cualquier ilusión?
Quizás no sería tan fácil el negocio de los mercaderes de ilusiones que pululan desde siempre, si habría más personas con el carácter de Tomás, “Pare de sufrir”, donde son mercaderes del templo, Los Mormones con su Biblia americana y el ángel Moroni con su inventor el tal Joseph Smith, que es otro invento de Brigham Jones, asesino de cristianos y ladrón de ganado, vean september down la película, o los testigos de Jehová negando al Espíritu de Dios, y los peores mercaderes, los mismos “Cristianos”, con su lluvia de oro, plata, diamantes, sí nosotros con tantísimo charlatán vividores de la Fe, que corrompen la palabra, y la usan para su provecho, seudo cristianos vendedores de la fe, La Palabra Eterna con el disque profeta Christian Silva, que hizo a tantos caer de la verdadera fe, vendiéndoles la segunda venida de Cristo, gente que vendió sus casas, autos, saco a sus hijos de la escuela, por creer en este charlatán, que si bien en verdad fuera profeta la Biblia dice que debería morir apedreado, por charlatán dejando caer la Palabra de Dios por su culpa.
Y así, una infinidad de gente que se aprovecha, lucra, vendiendo las palabras proféticas, y a la iglesia por 30 monedas de plata.
Y tu realmente crees?, o solo te gusta escuchar cosas suaves que te endulcen el oído, cosas que te hagan sentir bien, pero que no te hablen del pecado ni del infierno, porque luego luego, dices no lo recibo, te reprendo satanás, déjame decirte que serás confrontado con tu pecado y te medirá el ángel de Dios, serás juzgado, y hay de mi si no te lo aviso, ya tú sabrás que haces, solo quiero repetirte algo,
Heb_11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Rom_10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Tomas siempre escucho a Jesús, su palabra, sus pasos, sentía su aliento, conoció su olor, el tono de su voz, y siempre quiso saber más de Él, y más y más, y tú ¿cuánto le conoces?, ¿conocerías a tu Señor si se presentara, o solo de oídas lo conoces?
Pastor José G. Zorrilla S.