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Yo viví el Juicio
Esta frase que identifica el trabajo de estudiantes de la E.E.S. N° 5, ex Colegio Nacional de Punta Alta, resume el tema que debatimos hoy: la participación de los jóvenes en la escena judicial, particularmente en los Juicios de Lesa Humanidad.
En los últimos años, diversos programas vinculados a la transmisión generacional de la memoria, incentivaron la participación de estudiantes y profesores en las audiencias. Esta presencia resignifica el espacio judicial en un doble sentido: convirtiéndolo en una instancia de contención y acompañamiento a las víctimas que testimonian, a la vez que le otorga protagonismo al adolescente/joven como sujeto activo en la construcción del relato histórico a través de lo que ven, escuchan y experimentan.
En este espacio de intercambio, los estudiantes interpelan con preguntas, cuestionamientos y reflexiones que posibilitan la emergencia del relato, y en clave de disputa por el propio pasado, se construye y reconstruye la identidad.
Muchos no toman dimensión de las implicancias de esta participación juvenil. Incluso se ha llegado a objetar la misma desde los abogados defensores de los acusados. Es que el espacio de la justicia es el lugar donde se reescriben las biografías de víctimas y victimarios. “Testimonio para que mis hijos, nietos y bisnietos sepan quién soy”, afirmaba Aedo Juárez en la audiencia del pasado 17 de setiembre, delante de estudiantes del mismo colegio que lo había dejado cesante por “abandono de cargo” tras su secuestro en marzo del ´76. Comienza así una primera instancia de reparación, y los jóvenes participan de ella, afirmando las bases de una sociedad democrática.
Juicio y Castigo. Memoria y Reparación. Alegría. Cuatro banderas que hoy levantan nuestros estudiantes que en el futuro recordarán con orgullo “Yo viví el Juicio”.