Los críticos han tratado de categorizar a Mose Allison desde que comenzó a tocar profesionalmente hace más de cuarenta años. El problema es: demasiado blues para ser jazz, o demasiado jazz para ser blues. Lo que él ha forjado, desde entonces, es una especie de estilo propio de música caracterizada por la voz que le imprime a sus creaciones. Su ingenio mordaz siempre ha sido su carta de presentación: ha sido tildado de cínico en contra de su voluntad e injustamente. Para Allison, es sólo una cuestión de decir las cosas como son.