Un hombrecito rico y canoso ha muerto. ¿Y eso qué tiene que ver con el precio del arroz? ¿eh? ¿Y por qué decir “ay de nosotros”? Porque todos ustedes y 62 millones de americanos me están escuchando ahora. Porque menos del 3% de ustedes leen libros…
Porque menos del 15% de ustedes leen los periódicos. Porque la única verdad que oyen es la que se transmite por televisión. En nuestros días hay toda una nueva generación que no está enterada de nada que no haya salido por ese aparato.
El televisor es el evangelio, la última revelación. El televisor puede ser la fortuna o la ruina de presidentes, papas, primeros ministros. El televisor tiene el más imponente y maldito poder que existe en nuestro desorientado mundo. Y ¡ay de nosotros si llega a caer en mano de los malvados! y por esa razón, ay de nosotros porque Edward George Ruddy muerto, porque ahora esta compañía está en manos de la CCA, la Corporación de Comunicaciones de América. Hay un nuevo presidente en la junta, el señor Frank Hackett, que ocupa el despacho que fue del señor Ruddy. Y cuando esta emisora… que es una de las más importantes del país, controla uno de los más imponentes y malditos sistemas de propaganda de este desalmado y sucio mundo, quién sabe qué mierda será canjeada pro la verdad en esta cadena. Así que escúchenme, ¡escúchenme! La televisión no es la verdad. La televisión es un maldito parque de atracciones. La televisión es un circo, un carnaval, una troupe de acróbatas, narradores de cuentos, bailarinas, cantantes, malabaristas, fenómenos domadores de animales y jugadores de fútbol. Es una fábrica para matar el aburrimiento.
Si quieren saber la verdad, diríjanse a Dios, diríjanse a su gurú, a ustedes mismos… porque es la única manera de hallar la auténtica verdad.
Ustedes no van a enterarse de la verdad por nosotros. Les diremos cuanto quieran oír. Mentimos como hablamos. Les diremos que la policía siempre captura al asesino y que nadie tiene cáncer en los hospitales. Y que aunque el héroe esté perdido, si miran el reloj dentro de media hora ¡no falla!, saldrá airoso. Les contaremos toda la porquería que quieran ustedes oír.
Jugamos con ilusiones, ¡nada es verdad! Pero ustedes se quedan ahí sentados día tras día noche tras noche, gente de todas las edades, colores y credos. Somos lo único que conocen. Empiezan a creer en las ilusiones que fabricamos aquí, empiezan a creer que la televisión es la realidad y que sus propias vidas son irreales. Hacen todo cuanto les dice el televisor, visten según les dice, comen según les aconseja, crían a sus hijos siguiendo sus normas, ¡incluso piensan igual que él! Esto es una locura en masa ¡son maniáticos!
¡En nombre de Dios, ustedes son seres reales!, ¡nosotros somos las ilusiones! Es mejor que apaguen sus aparatos de televisión. Apáguenlos ahora, apáguenlos ahora, ¡apáguenlos y déjenlos apagados! ¡Apáguenlos en medio de esta frase que les estoy diciendo ahora! ¡Apáguenlos!