El altar externo es el signo visible de esto más profundo, más calmo y más fuerte que hay en el hombre. El altar externo está en lo más sagrado de la iglesia, destacado mediante escalones del espacio restante que a su vez está separado de la región exterior de la actividad humana, apartado como el santuario del alma. Firmemente construído sobre el pedestal sólido, como la voluntad verdadera en el hombre que sabe de Dios y está decidido a entregarse a Él. Sobre el pedestal se apoya el altar aplanado, la "mesa del Señor"; ningún recoveco, sino un plano despejado. Y lo que acontece sobre él no es ningún obrar en penumbras sino una acción abierta a todas las miradas, así como en el corazón debe tener lugar la ofrenda, clara ante la mirada de Dios, sin reservas ni segundas intenciones.
Pero ambos van juntos, el altar externo y el altar interno. Aquél, el corazón de la iglesia; éste, lo más profundo del pecho humano viviente, lo más profundo del templo interior, del cual el templo exterior con sus paredes y bóvedas es expresión e imagen.