“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” Juan 4: 13-14
El 70% del cuerpo humano es agua, y este liquido precioso ayuda para que todos los órganos funcionen correctamente. Por mencionar solo algunas funciones podemos decir que el agua ayuda a: regular la temperatura del cuerpo, transportar nutrientes y oxígeno a todas las células en el cuerpo, ayuda a convertir los alimentos en energía, ayuda a deshacer los desperdicios y así una lista de beneficios. Adicional sabemos que ayuda a bajar de peso, y beneficia a la piel, produciendo una piel más tersa, más suave y libre de arrugas. Esto pareciera un anuncio comercial, pero la realidad es que el agua es vital para el ser humano. Tanto es así, que lo que antes se tomaba de las fuentes naturales o de los grifos de la casa completamente gratis, ahora es un negocio donde muchas empresas venden agua embotellada.
Jesucristo le ofreció a la Samarita agua que da vida. Ella con su mente natural no podía discernir lo que el Maestro le estaba hablando espiritualmente. En el momento que una persona acepta a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, en ese momento Dios pone una fuente interna que ayuda a para que todo el cuerpo se nutra de su provisión. El agua representa La Palabra de Dios. La misma suple para nuestra vida, pero también tenemos esa fuente que puede bendecir a otros.