“En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado” Salmo 107: 28: 30
Es sumamente necesario saber cómo aquietar nuestra alma. En los momentos de angustia, nada es más seguro que clamar al Señor Todopoderoso. Dios es el único que puede sacarnos de aflicción. La definición de la palabra aflicción según el diccionario es:
? Causar molestia o sufrimiento físico.
? Causar tristeza o angustia moral.
? Preocupar, inquietar.
? Sentir sufrimiento físico o pesadumbre moral.
La recomendación del salmista es: clamar al Señor.
En ese clamor está garantizada la respuesta de Dios siempre con una solución de bendición. El salmo dice “Cambió la tempestad en suave brisa”. Esas tempestades pueden ser calmadas de la mano de Jesucristo. Luego continua diciendo “se sosegaron las olas del mar”. Es como el refrán popular “después de la tormenta, viene la calma”.