“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” 1 Corintios 13: 11
Hay un viejo dicho: “el ser humano nace, crece, se reproduce y finalmente muere”. Ese decir que lo hemos escuchado por años no es tan distante de la vida espiritual. Todos nacimos físicamente vivos, pero espiritualmente muertos. La vida en Cristo inicia desde el momento que le dijimos si a Jesucristo. A partir de ahí iniciamos un proceso de crecimiento y madurez espiritual. Todo creyente tiene que ser primeramente bebé espiritual, luego sigue niño, joven y anciano espiritual.
Puesto que Dios Padre quiere que maduremos en la Fe, debemos de examinar nuestras vidas y ver si estamos progresando en este terreno. Ver si una persona crece físicamente es muy fácil, solo tomamos una cinta métrica y lo medimos, pero en lo espiritual no se mide de la misma manera.
