Peligros de tiburones
“Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” 2 Corintios 11: 25-28
Nuestro gran llamado es evangelizar. El apóstol Pablo lo había entendido muy bien, y predicaba en tiempo y fuera de tiempo. Lo que no debemos de confundir es que la Gran Comisión no es solo para un ministro en específico sino para todos los creyentes. Jesús le dijo a Pedro que lo haría pescador de hombres. Es por eso que debemos de saber que cuando vayamos a ese lugar donde hay peces o sea hombres y mujeres que van a ser rescatados por Cristo, nos vamos a encontrar con muchos peligros entre ellos tiburones. Les estoy hablando en el término espiritual, no vayan a pensar que vamos a ir a las profundidades del mar. Y si entendemos que esto es espiritual, entonces vamos a poder relacionar al enemigo de las almas, con los tiburones.
Estas son algunas características que tienen los tiburones:
Son grandes depredadores, se desplazan en diferentes tipos de aguas, dulces o saladas, la piel de los tiburones está formada por una especie de escamas conocidas como dentículos dérmicos, que estos le ayudan a movilizarse rápidamente y silenciosamente. Los ojos de los tiburones tienen al parecer una excelente visión potenciando la capacidad de ver en condiciones de poca luz (recordemos que Satanás es el príncipe de las tinieblas).
Los tiburones son el peligro de los pescadores, pero no tanto porque atacan a los pescadores, sino que espantan a los bancos de peces. Así es muy probable que nos suceda con la evangelización. Cuando vayamos a pescar hombres, debemos de velar para que los “tiburones” no ahuyenten a las almas que Dios va a rescatar.
El apóstol Pablo sufrió peligros, ataques, traiciones, humillaciones y necesidades, pero por nada dejó de anunciar el evangelio de Jesucristo.