“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios 10: 12-13
Cada quien conoce sus debilidades, pero si no se ocupa de las mismas estas lo destruirán. La tentación es algo que ha estado desde el huerto del Edén. Adán y Eva fueron tentados, la esposa de Potifar trató de seducir José, Sansón fue tentado por Dalila, inclusive Satanás tentó a Jesús en el desierto. Así podemos seguir mencionando diferentes personas que atravesaron por momentos donde la tentación fue lo que marcó la diferencia entre obedecer a Dios o rechazar el consejo del Padre.
Jesús les enseñó a los discípulos que para no entrar en tentación había que orar. En Lucas 22 dice: “Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación” La Biblia no nos dice que no seremos tentados, la Biblia dice que podemos librarnos de la tentación.
Pero ¿porque caemos? Cuando somos tan orgullosos para reconocer nuestra debilidad, podemos pasar negando una realidad, y esta a su vez lleva a una falta de disciplina en la oración y la lectura de la Palabra, que lleva a que la puerta quede abierta para que Satanás entre. No podemos justificar la debilidad de nuestra vida. Ya que si lo hacemos, pronto comenzaremos a escuchar las mentiras de Satanás, y cambiamos la bendición de Dios por los placeres del mundo. Vivir sin sometimiento a Dios, es vivir irresponsablemente. No le podemos dar la mas mínima oportunidad a la tentación, porque el pecado se infiltrará en la vida, y contaminará todo, incluyendo, la familia, el trabajo, el estudio, la fe y sus relaciones con sus amigos y familiares. Debemos de cuidar de no caer, y antes de eso, debemos de orar para NO entrar en tentación.
Hoy te compartimos estos versículos:
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” Santiago 1: 12-15