mbuido de gran piedad, el rabino Raphael Pinto fue un hombre conectado ferviente e inequívocamente al servicio de Di-s y al desempeño de las mitzvot. Muchos fueron los que tuvieron el inmenso mérito de conocerlo y acercarse a él. Él era el hijo del rabino Haim Pinto de Casablanca (quien él mismo era el nieto del rabino Haim Pinto de Mogador).
Tanto judíos como árabes, todos acudieron a él en busca de la muy necesaria consolación y bendición. Nunca pasaría mucho tiempo para que esto entrara en vigencia, y las personas que vinieron allí para rezar o encender velas, aquellos que habían sido víctimas de grandes dificultades, se sintieron consolados por el rabino Raphael, que normalmente les daría un vaso de Mahia. Aprovechó este respiro para contar historias de los tzadikim y los milagros que realizaron.