La calma es uno de los tesoros más preciados para nuestro equilibrio mental pero también uno de los más complicados, sobre todo en una sociedad que aboga por la inmediatez y donde reina la hiperestimulación.
La calma es un estado de tranquilidad y serenidad. No implica que los problemas hayan desaparecido sino que no nos afectan, son simplemente como las nubes en el horizonte: sabemos que existen pero también somos conscientes de que tarde o temprano desaparecerán.