Jesús estaba por enfrentar el peor momento de su vida, y a la vez el motivo por el cual se hizo hombre. Esa situación no lo dejaba dormir, por eso oraba.
Lucas 22:41. Se alejó a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oró:
42. «Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
43. Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció.
44. Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre.
45. Finalmente se puso de pie y regresó adonde estaban sus discípulos, pero los encontró dormidos, exhaustos por la tristeza.
46. «¿Por qué duermen? —les preguntó —. Levántense y oren para que no cedan ante la tentación».
Si no puedes dormir, ora. No dejes que la tentación gane. Fortalece tu fe con su palabra. No te duermas.
Puede que estes triste, pero tienes dos opciones, rendirte o fortalecerte.
Yo prefiero fortalecer mi fe. Quiero creer. Quiero saber que, sin importar lo que venga, será su voluntad, aunque me toque morir.
Dios nos ayude a permanecer en su amor, al punto de renunciar a nuestro ego.