Se dice que en jardin de infantes uno aprende a compartir. Sin embargo, creo que el egoismo es un mal muy arraigado, propio de la naturaleza humana, que debemos erradicar de nuestras vidas.
Pensar siempre en nuestra propia satisfacción, no nos permite amar, como diría Tolstoi, "el amor supone siempre la renuncia a la propia comodidad personal"
Llevar una vida que agrada a Dios, nunca debe hacerte creer que eres superior, mejor que otros, con ciertos aires de grandeza que solo demuestran el orgullo y la arrogancia de tu corazón imperfecto.
Filipenses 2:3 dice claramente: No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.
Recuerda que estamos en proceso, no somos piezas terminadas, siempre debemos estar abiertos y dispuestos al cambio. El Señor nos seguira moldeando a su imagen y semejanza.
Que hoy sea un día de reconocer y renunciar a nuestro ego, poniendo nuestras vidas a sus pies.