Vivir el tiempo presente es un desafío diario. Basta a cada día su propio afán, nos dice la Biblia.
No tiene sentido llenar nuestra mente de pasado, de nostalgia, o dolor. El pasado, sea bueno o malo, ya pasó. Olvidando lo que queda atrás, extendernos a lo que está adelante, sin traer a memoria las cosas antiguas, porque Dios hace algo nuevo. El abrirá caminos en el desierto y ríos en la soledad.
Tampoco nos enfoquemos en el futuro, porque es incierto. Una cosa es proyectar, planificar, ponerse metas, sueños y propósitos. Otra es vivir ansioso, afanado, preocupados por algo que aun no ocurre. Nuestra imaginación es traicionera, puede hacer que vislumbremos un futuro oscuro, siniestro, cuando lo verdad es una: Dios sabe los pensamientos que tiene y son de bien, y no de mal, para darnos un futuro y una esperanza.
Así que hoy es un día para alegrarse. Estas vivo, y si lo estás, hay esperanza, hay propositos eternos, buenas obras que ya estan preparadas de antemano para que andemos en ellas.
Agradezcamos por todo lo que si tenemos, lo que hoy podemos diafrutar, contemplar, y dejemos nuestros planes delante de Dios, en sus manos tendran éxito.