7 de febrero de 2020 - El jugador de baloncesto Kobe Bryant falleció, junto con su hija Gianna María y otras siete personas, en un accidente aéreo. Hemos sabido, con su muerte, muchas historias acerca de su vida, de las victorias en la pista de juego y de unos actos repudiables que se le atribuyeron, del inmenso cariño que le tenían los aficionados al básquet y de las obras benéficas que patrocinaba, de lo unido que estaba a su familia y de lo importante que era, para él, la fe religiosa. El día del accidente, Kobe y Gianna fueron muy temprano a Misa. En la iglesia, un lector proclamó el salmo 26, que dice así: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor». Y padre e hija, como preparándose para lo que, en unas horas, acontecería, asintieron, diciendo, al unísono, esta confesión de fe: «El Señor es mi luz y mi salvación».
