3 de julio de 2020- Entre las patologías que se pueden desarrollar a causa de la adicción a las pantallas de los instrumentos electrónicos, se encuentra la atazagorafobia, es decir, el miedo a olvidar, a que nuestra memoria se acostumbre a no retener, como antes, las caras, o los nombres, o los datos de las personas que hemos conocido, o los acontecimientos que hemos protagonizado, y el miedo a ser olvidado, a que pasen nueve segundos y nadie nos retuitee, regale un like o envíe un wasap. Ahora bien, aunque nosotros, en efecto, vayamos perdiendo facultades mentales, no sólo por el abuso de los cachivaches, sino también porque las neuronas de nuestro cerebro se apagan con el paso de los años, hay alguien, en cambio, que jamás se olvida de nosotros: Dios. Y ni siquiera un solo pelo de los que se desprenden diariamente de nuestro cuero cabelludo cae sin que él lo sepa y lo permita.