Ni animal exótico a la brasa ni rata de laboratorio a la fuga. En palabras del historiador Kyle Harper, autor de El fatal destino de Roma (Crítica, 2019), el culpable del primer “episodio de mortalidad que verdaderamente merece el apelativo de pandemia” fue un legionario romano a las órdenes de Cayo Avidio Casio. Este militar dirigió en el año 165 el asalto contra Seleucia del Tigris, una ciudad situada en el actual Irak, durante el gobierno conjunto de los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero.