CONFUSIÓN
Como el mago al que la paloma
De la chistera se le escapó
Como al que apuntando de broma
La pistola se le disparó
Hoy así me siento yo
Son tiempos de confusión
Un insecto en un folio en blanco
Un motivo de inspiración
Un soldado se ha suicidado
Un motivo de rebelión
Alguien silba una canción
Las nubes no dejan ver el sol
Confusión
Son tiempos de confusión
Confusión
Son tiempos de confusión
Cuando pones queso en la trampa
Nunca piensas en el ratón
Cuando muerdes una manzana
Piensas en la gravitación
Siguiendo el ritmo de un reloj
La melodía de un motor
Confusión...
Siguiendo el ritmo de un reloj...
Confusión...
Bueno, tras 60 días de confinamiento, lejos de aclarase la situación todo parece más confuso cada vez.
La información parece fluir en direcciones contrapuestas: Mascarillas si, mascarillas no. Anuncio una cosa y rectifico al momento. Estudios basados en inteligencia artificial que dicen que la pandemia se acabará en Agosto, otros que ha venido para quedares, cifras que no cuadran, distintos baremos para medir las estadísticas. Universidades que no existen, Comités de expertos que nadie conoce, servidos públicos pero secretos, medias verdades, o directamente mentiras, maquillaje de cifras, baile de números, etc.
Covid-19, D de diciembre 19 de 2019, la presidenta Ayuso fábula sobre el significado de las Siglas.
En la universidad John Hopskin que cita Sánchez no aparece el estudio que confirme que somos el País que más test realiza del mundo. Los errores entre comillas de las OCDE…
Y pienso que gay dos cosas que un gobernante debe evitar a toda costa durante la gestión de una crisis: generar confusión y dispersarse.
La confusión descapitaliza la confianza, el mejor instrumento para gestionar una situación crítica.
La dispersión consume y despilfarra recursos tan escasos y valiosos como el tiempo, la energía o la información.
El gobierno parece que improvisa, que dice una cosa y se desdice, que rectifica (si ya se que dicen que es de sabios), pero sabios es lo que menos parecen…
Con todo mi respeto y admiración al señor Pedro Duque por sus indudable logros y méritos, sus intervenciones no son de recibo, no están a la altura de lo que se le debe exigir a un ministro.
Si quieres decir algo, que menos que te lo prepares y lo acabes diciendo, sin tanto titubeo y falta de claridad.
Esa forma de comunicar ni genera confianza y lo que es peor para el mismo, echas por por tierra tu credibilidad (y creeme, tu la tienes o la tenías, no se…me has confundido.
Sánchez, cuando miente se le nota, no hay que ser psicólogo para interpretar el lenguaje no verbal, miradas bajas, titubeos, ausencias de respuestas, lectura improvisada entre papeles, la verdad es que tiene mala cara el hombre. (VIDEO Pedro)
No se, a veces me da la sensación de que los que nos gobierna se piensan que somos idiotas, aunque visto lo visto en estas Fases de Desescalada muy listo no estamos siendo.
En mi caso, en esta segunda semana de desescalada, camino ya de la tercera, todavía estamos en la FASE 0. En fin vamos a ver si pasamos.
La confusión no la inventó CONFUCIO, como decía una broma, bastante simplista por cierto. Pero ya nos valdría en estos tiempos atender a su filosofía. Gran defensor del ejemplo como vehículo de transmisión del conocimiento. De la tolerancia de la bondad y la justicia.
Según Confucio, quienes siguieran dichos principios provocarían que otras pelonas les imitasen y en consecuencia los valores comentados.
«Por tres métodos podemos adquirir la sabiduría: primero por la reflexión, la más noble; segundo, por la imaginación, la más sencilla; y tercero por la experiencia, la más amarga”.
«Cinco son las condiciones necesarias para el bienestar del pueblo: seriedad, honestidad, generosidad, sinceridad y delicadeza.»
«Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores.»
«En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza.»
Pero una reflexión que a mi me gusta de particular manera es:
«Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí.»
Y la más poética pero no por ello, menos cierta:
«Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.»
Y pienso que tanta confusión acaba llevando al desánimo y el desánimo a la tristeza, y todo ello se acaba convirtiendo en una hoya a presión.
Sentirse triste es tan normal como sentirse alegre, sin embargo, no solemos aceptar aquélla emoción tan fácilmente como ésta. Lo cierto es que la tristeza, y todas las emociones que contaminan para bien o para mal nuestro día a día, son absolutamente normales; y lo que es más importante: necesarias.
Las emociones son el motor de nuestro comportamiento y regulan nuestras motivaciones.
Por eso, si uno quiere permanecer mentalmente saludable debe hacer un esfuerzo por reconocer y aceptar tanto las emociones positivas como las negativas.
Si no sintiéramos emociones negativas nos dirigiríamos hacia nuestra propia ruina.
Necesito saber que esto o aquello me va a poner triste porque eso hace que busque un camino más adecuado, necesito el miedo para no quemarme con el fuego, necesito sentirme culpable o de lo contrario iré por ahí dañando a la gente como hacen los psicópatas.
¿Quiere decir esto que me tengo que resignar y ponerme triste continuamente porque eso es normal? No.
El cerebro se está chivando de que hay en nuestra historia algo por solucionar.
Así que un modo para llegar a solucionar el problema sería bucear en nuestra memoria hasta comprobar qué me hizo vulnerable ante situaciones idénticas o similares a la que estoy viviendo.
En estos casos la solución es trabajar sobre el aquí y ahora, que se basa en modificar elementos del aquí y ahora para conseguir cambios en el estado de ánimo.
Si una persona actúa en el aquí y ahora, al final se hace más probable que el cerebro comience a hacer asociaciones y permita el acceso a aquel lugar del pasado donde residen los fantasmas responsables del desánimo.
Primer elemento a tener en cuenta: la autoobservación, esto es, aprender a percibir cómo me siento y en qué situaciones me pasa. Si reconocemos nuestras emociones y en qué momentos saltan tendremos mucho ganado. Es importante no cometer un error muy frecuente que es el hecho de fijarse solamente en las emociones negativas. Lo realmente importante es saber cuales son mis recursos, lo que funciona, lo que me anima; porque eso es lo que me devolverá el buen humor, son mis armas. Teniendo en cuenta esto ya podemos ir a buscar problemas, es decir, qué me desanima y qué es lo que siento al respecto.
Hay tres amigos, el pienso, el siento y el actúo, son tan amigos que son absolutamente interdependientes, no hacen más que influenciarse los unos a los otros. Si me siento triste tendré pensamientos más negativos y pesimistas y probablemente desaparezcan las ganas de hacer cosas y tenderé a la inactividad.
El famoso círculo vicioso aparece cuando nos sentimos tristes y permitimos que nuestros pensamientos y acciones acompañen a esa tristeza. No nos olvidemos que uno se puede entrenar también para dar volteretas en círculos viciosos positivos, es decir, empeñarse en dirigir mis pensamientos y acciones a aquellas cosas que sé que me hacen sentir bien. Con el tiempo y la práctica mi cerebro desarrollará la sana costumbre de permanecer animado casi por defecto.
En una de mis últimas lecturas descubrí que el cerebro no distingue entre suceso acaecido en la realidad y un pensamiento, provocando en ambos casos idénticas reacciones fisiológicas.
Lo que equivale a decir que voy a sentir un temor pavoroso tanto si me ataca un tigre como si pienso que un tigre me está atacando.
Qué cierto es que somos lo que pensamos. Pensemos bien y seamos mejores, al menos seamos más felices, para mi la, esta es la gran deuda que contraemos con la naturaleza por todo aquello que día a día nos regala y de que prácticamente. no somos conscientes.
Y a esa felicidad que nos vemos obligados yo lo llama generosidad. En esto no hay CONFUSIÓN.