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"Considera la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que Él torció?" -Eclesiastés 7:13.
"No solo creo que alteraremos a la Madre Naturaleza, creo que Ella quiere que lo hagamos." -Willard Gaylin.

Con estas dos frases abre Gattaca, la distopía transhumanista de Andrew Niccol y sin ninguna duda su mejor película junto a "The Truman Show". Un drama futurista que se cuestiona la moralidad de los experimentos genéticos y que a lo largo de los años se ha convertido en una película de culto y admirada y referenciada por muchos.

Pero empecemos por el principio: Gattaca nos presenta una sociedad futurista que se ha rendido completamente al avance biológico y que ha conseguido perfeccionar al completo los procesos genéticos y su aplicación en la raza humana, hasta el punto de crear seres humanos "perfectos" desde la planificación de su nacimiento. No más enfermedades, no más vicios, no más malformaciones, no más imperfecciones. La humanidad se divide entonces entre los nacidos bajo la aplicación de estos procesos genéticos y por tanto, perfectos, llamados "válidos" y los nacidos de forma natural, aquellos que por defecto son inferiores y por tanto son menospreciados y relegados a los trabajos más deplorables, los "no válidos".

La historia nos da a conocer a Vincent Anton Freeman, uno de los últimos nacidos de forma natural, que no sólo tiene una esperanza de vida bastante corta por problemas cardíacos hereditarios, sino que además es rechazado tanto por sus padres, que vuelven a tener un hijo (y esta vez, genéticamente perfecto y mejor que él) y por el resto de la sociedad, que lo repudia por su condición. Vincent no puede aspirar a nada en su vida, sus genes son su currículum y nadie quiere tenerlos, por lo que se resigna a ser limpiador el resto de su vida. Todo esto cambia cuando conoce a un contrabandista de genes, que quizás le pueda ayudar a entrar a formar parte en el trabajo de sus sueños...

El actor Ethan Hawke interpreta en 'Gattaca' al chico concebido de forma natural, a la antigua usanza, con imperfecciones genéticas como la miopía. Sueña con ser astronauta, pero le cuesta encontrar trabajo. Basta que deje por descuido un pequeño rastro de su ADN en un vaso de agua para que en las entrevistas lo descarten de antemano. En ese futuro ficticio, las empresas descubren los defectos de los candidatos fisgando en sus genes. La discriminación teóricamente está prohibida en Gattaca, pero en la práctica siempre contratan humanos genéticamente mejorados para los trabajos más cualificados.

La vida entre los hermanos, desde su infancia, es de una rivalidad siempre desnivelada en favor de Anton. Uno de los retos es lanzarse a una carrera de natación en una playa. El reto consiste en nadar y probar quién llega más lejos. Como hemos adelantado, Anton siempre gana. Sin embargo, hay un momento de la película en la que ambos hermanos, ya adultos, vuelven a retarse. De forma inexplicable, Vincent gana. Anton no se lo puede creer y le pregunta a Vincent cómo ha podido batirle. Y este le contesta: «Nunca dejé nada para la vuelta».

Perderás tu vuelo Vincent.

Para ser alguien que no estuvo hecho a la medida de este mundo he de confesar que me está resultando difícil abandonarlo, claro que cada átomo de nuestro cuerpo fue alguna vez parte de una estrella, quizá no me esté marchando quizá este volviendo a casa