DIA 33
Solo una vez en sus 92 años el filósofo Emilio Lledó había sentido una sensación parecida a la que le embarga estos días de cuarentena por el coronavirus. “De repente, mi cabeza se ha llenado de recuerdos de la Guerra Civil. Yo era un niño, pero me vienen imágenes muy vivas. La misma inseguridad. Los hábitos del miedo: no salir a la calle, protegerse, ponerse a cubierto. Sin embargo, aquel era un miedo concreto, sabíamos quién era el enemigo. Este es un miedo abstracto, difuso, extraño. Por eso estamos tan desconcertados. Estoy desconcertado”, confiesa
“Y este es el gran problema. El desconcierto no ayuda a pensar bien, cuando lo que más necesitamos en este momento es justo lo contrario: la razón contra el caos”.
Siguiendo el precepto de Epicuro de intentar reducir los padecimientos de la vida, Lucrecio propone la plena aceptación de la contingencia: no necesitamos explicaciones consoladoras, pues eso lleva irremediablemente a buscar justificaciones irracionales a lo que no entendemos. Aún hoy ocurre: el sida como castigo divino, locas teorías conspiratorias para el coronavirus…”, comenta el filósofo Fernando Savater.
Savater invita a atreverse a pensar “lo peor”. “Eso no significa pensar dramáticamente. En la naturaleza no hay drama, el drama lo ponemos nosotros, lo que quiero decir es que hay que aprender a vivir por encima del drama como decía George Santayana.
‘Vivimos dramáticamente en un mundo que no es dramático’. es una reflexión de Clément Rosset en su Lógica de lo peor.
Puede que su pensamiento nos parezca cruel, pues no ofrece consuelo, pero en realidad proclama la alegría como fuerza mayor.
Otra gran pensadora, Adela Cortina reflexiona. “No nos va a servir ni el idealismo desarraigado, que desdeña los hechos, ni el materialismo que los ensalza y que solo conduce al conformismo. Tenemos más bien que colocarnos en una posición ilustrada: crítica pero a la vez con sentido de futuro. Y sobre todo dialogante.
Vivimos en un mundo demasiado polarizado, el enfrentamiento es constante, no hay diálogo sino batalla, los vínculos están rotos. Y no nos damos cuenta de lo importante que es la cohesión social hasta que llega una catástrofe como la que vivimos.
De pronto, nos hemos descubierto frágiles. “La historia de la humanidad puede entenderse como una especie de carrera contra lo que no podemos controlar. A estas alturas hemos conseguido un enorme poder científico y tecnológico sobre la realidad, aunque eso tiene un efecto perverso: cuando creíamos que lo podíamos todo, la naturaleza nos pone en nuestro sitio”, comenta el filósofo y expresidente del Senado Manuel Cruz. “El globo se ha pinchado. Es hora de redimensionarnos y extraer lecciones”
Alba Rico coincide: “En plena apoteosis de lo virtual, hemos recordado que tenemos cuerpo. Supongo que de estos cuerpos encerrados y amenazados que somos ahora podría surgir una reflexión sobre nuestras relaciones sociales, económicas y políticas.
Ana de Miguel reflexiona en el mismo sentido. “Podría ser el momento para salir de la insignificancia del pensamiento posmoderno que te invita a ponerte a ti y tus deseos en el centro. Es una filosofía mediocre, en realidad parece publicidad, hábil para legitimar esa mezcla de consumo y transgresión que ha predominado las últimas décadas: ‘Tú, que no admites las reglas, bebe tal ginebra’; ‘Esta es una cuenta bancaria para rebeldes’, etc.”, dice.
“Los que hoy son niños posiblemente recordarán este momento como yo recuerdo la Guerra Civil”, opina Lledó. “Habrá consecuencias económicas y políticas, eso seguro, pero es que incluso nuestras relaciones personales se ven afectadas. Hay una gran paradoja ahí: por un lado se nos pide que combatamos unidos esta batalla, por otra parte no podemos estar físicamente juntos. ¿Podremos recuperar la confianza en el colectivo después de esto?”
Toda crisis tiende a alimentar el abismo entre los individuos, recuerda Garcés. Para esquivar ese futuro indeseado, insisten los filósofos, es necesario empuñar las armas del pensamiento: la razón y los conceptos. “Y con ellos sentarnos a pensar”.
Esa sentencia que dice “primum vivere, deinde filosofare” [primero vivir, después filosofar] puede ser ideal para vender tazas de café con asa, pero no es real.
El ser humano lo es porque se sienta a pensar o cuando se sienta a pensar cómo quiere vivir. Y en esta situación es exactamente igual.
Trigésimo Tercer día de Confinamiento Nacional.