La amabilidad en el tono de voz es uno de sus puntos fuertes. Hay cierta calidez, como cuando te tumbas en el sofá tras un día intenso de jornada laboral y te arrullas con la mantita para sentir el calor reparador en tu cuerpo. Es un consejo amable de una amiga que te quiere, un bizcocho, de los de tu abuela, que saben a gloria y son esponjosos y ricos. Es la voz de aprendizaje con curiosidad de uno de tus maestros favoritos, esa pasión que le echa al asunto, esas palabras que resultan clave para comprender todo lo nuevo que se te presenta en la vida. Ays lo nuevo y lo desconocido, aquello que está por explorar que le añade incertidumbre a la vida y que tan gustosamente te atreves a indagar. Todo eso me despierta esta voz. Con ella me dan ganas de formarme en ciencias, yo, que siempre me creía de letras puras. Con ella, me asombro a mí misma disfrutando de lo difícil, porque ella lo explica fácil con sus metáforas, su benevolencia hecha tono, su magnanimidad en el gesto. Con todas vosotras, hoy en retratos de voz, os presento a la investigadora y divulgadora neurocientífica Nazareth Castellanos.
