LOS CINCO SENTIDOS
Cuando el pequeño nació, sus papás, en asamblea general, convocaron a los cinco Dones más
preciados que tenían en el reino, para que conocieran al príncipe y disfrutaran de la alegría que
supuso su venida.
El primero que llegó lo hizo apresuradamente y casi sin pensar, le dijo:
“Te otorgo todos mis poderes. Oirás el trinar de los pájaros en primavera y el rumor del agua
cuando baja desde la cascada del río hasta la ciudad.
Distinguirás perfectamente unos sonidos de otros y podrás disfrutar de todo lo que te rodea. No
tendrás orejas como los elefantes, pero tus oidos serán más importantes incluso que los de
ellos”.
“El relamer de tu lengua, dijo el segundo, será más importante que la de un gato cuando a
lametazos prueba todo aquello que está a su alcance. Disfrutarás de los sabores y podrás
gozar de los más exquisitos paladares”
Doña Vista no tardó en acercarse al pequeñajo, porque así lo vió. Lo dotó de una agudeza tal
que ya, desde su cuna podía distinguir a papá y a mamá sin que estuvieran cerca de él.
De pronto el salón de reuniones se llenó de un perfume que envolvía todo el ambiente.
Olfato dijo: “tu nariz será perfecta. No solamente acompañará a tu gusto o paladar, sino que
con ella notarás todo lo agradable y desagradable que envuelva el reino y así podrás tomar las
decisiones oportunas para que tus súbditos se encuentren a gusto incluso cuando desempeñan
las labores más desagradables del reino. Las mofetas desprenderán un aroma tal que ni el
más bello jardín de rosas lo podrá igualar”.
Pasaron las horas y Tacto no se presentó. En el camino hacia el palacio tropezó con un viento
huracanado que le obligó a retroceder hacia su lugar de origen.
El pequeño fue creciendo sin uno de los Dones que se les concedía todos los que nacían en
aquel reino.
Las caricias, los besos, los roces. No existían para él.
Reuía todo aquello que se le aproximaba. No entendía como la gente necesitaba tocarse,
palparse; para reir o para llorar. Él carecía de esos sentimientos.
Todos los días se preguntaba: ¿por qué no me gusta que me toquen? “No lo soporto”.
Sus padres muy preocupados consultaron a todos los sabios del reino.
Unos pensaban que la solución era tomar unas hierbas, otros un jarabe, unas pastillas, una
inyección... La solución no llegaba.
De pronto, como un rayo de luz llegó la solución: “mejor dotarlo de paciencia, cariño y TIEMPO.
El tiempo será la solución”
Poco a poco fue aceptando el roce y caricias de los más cercanos. Aprendió a ser feliz, a
abrazar, a manifestar, no solo con palabras, todo aquello que podía sentir.
CON CARIÑO A TODOS LOS AUTISTAS.
Texto Celes Ramirez
Locutor Dionisio Torres
Ilustración Lucía Torres