Aún hoy siento rabia con los asesinos de mi mejor amigo, sentí que me eliminaron toda una vida, una vida que iba a vivir con él. El odio me duró dos o tres años, ya estoy seguro que no lo tengo.
Sentimos rabia, sentimos miedo, sentimos odio y no nos quedamos ahí.
Me ha hecho entender la siembra que hay cosas irreversibles pero que sembrar -como inspirar y como amar- es mejor para que no vuelva a ocurrir.
No sabemos cómo revivir pero sabemos cómo renacer.