Estamos acostumbrados a que la sociedad nos exija ser perfectos, a no equivocarnos y tenemos presión constante para no cometer errores. Pero es hora de tener una visión más positiva y alegre de nuestros pecados y fracasos. Es tiempo de reírnos de nosotros mismos y de nuestras experiencias negativas para dejarlas atrás y liberarnos de ellas.