Os confieso que me siento como el profesor de primaria que se enfrenta a treinta jóvenes de 11 años para tratar, por primera vez, la lección más escabrosa de cuantas componen el temario del año. Siendo inevitable para él y para mí me preocupa encontrar la justa medida y no saber huir de lo chabacano, lo vulgar, el exceso de pasión o la abundancia en lo comedido. No quisiera caer en el alarde de Cleopatra que presumía de ser la más grande feladora del mundo antiguo al haber dejado satisfechos a 1000 varones, ni en el recato del papa Paulo IV que ordenó que se cubriera con ropa los genitales del Juicio Final, en la Capilla Sixtina del Vaticano. Una vez oí que Rendirse es de cobardes, más rendirse por completo y enfrentar las consecuencias, eso es de valientes. Así que cerraré los ojos, pondré la música y me dejaré llevar por todo menos por la razón. Efectivamente, aventajados alumnos y seguidores de la historia, por si hay alguien que todavía no sepa por donde van los tiros, hoy hablaremos de sexo.