Asunción es la fiesta que se celebra, en la tradición cristiana cada 15 de agosto.
Quiere decir que María, la madre de Jesús, subió al cielo en cuerpo y alma, como consecuencia de no tener el pecado original, de haber nacido limpia, inmaculada, sin mancha alguna.
Es una fiesta arraigada en las vivencias de la comunidad cristiana occidental y oriental. Multitud de imágenes muestran a María ascendiendo, subiendo a lo Alto, rodeada de ángeles, al son de trompetas.
Casi todos los pueblos que llevan el nombre de Santa María suelen tener su fiesta patronal y religiosa en torno a este día, el quince de agosto. Así Santa María de Osera, Santa María del Campo…
Hasta hace poco el nombre de Asunción era el elegido por muchos padres para sus hijas, Asunta, Asun, Suncita …., que son abreviaturas y modismos que surgen de él. E incluso da el nombre a la capital de Paraguay, entre otros lugares del mundo.
Es indudable que el ser humano piensa, analiza, se pregunta… ¿qué hay más allá de la muerte?, ¿qué me pasará cuando deje de respirar y abandone este mundo? ¿A dónde han ido los seres queridos que ya se fueron? ¿Seguirán en alguna parte?
Viendo cómo María asciende al cielo, entre aclamaciones, rodeada de ángeles hace que muchas personas vean el camino que se les abre al futuro con más esperanza, con más confianza. Desde este punto de vista la vivencia de María, “asumpta”, subida al cielo en cuerpo y alma es un aliento en el camino de cada día.