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Desierto y Calle
Uno de los lectores de las Buenas Noticias responde en la página web, en la última semana, con un comentario diciendo: ? “Una vez leí que los cristianos necesitamos desierto, calle y casa (silencio, realidad y fuertes lazos familiares)”.
He estado pensando estos días en los tres aspectos y llegué a algunas conclusiones:
Desierto – Silencio. El mundo que nos toca vivir es el del ruido. Los avances tecnológicos modernos han llevado a la humanidad a una época llena de comodidades que, a su vez, han traído algunas particularidades. Una de ellas es que somos la sociedad del ruido. Nos hemos acostumbrado a no tener descanso para el oído, ni tan siquiera de noche, porque algunos lugares de ciudades el ruido persiste, incluso de madrugada. El ser humano necesita espacio para la reflexión, el análisis, el encuentro consigo mismo y con su parte espiritual, si no puede aislarse del ruido externo, tendrá que aprender a hacer silencio en su mente y en su corazón, a pesar de todo lo que pase alrededor. Una vez había una fiesta religiosa en uno de los gaths, de Varanasi, la ciudad más sagrada de la India, miles de personas, música, gritos, cantos…, nuestro amigo Babaji, estaba en su lugar de siempre metido en medio de aquella multitud, se colocó en posición de loto y se aisló por completo entrando en un profundo estado de meditación. Así estuvo bastante tiempo hasta que pasó la fiesta y el bullicio de la multitud.