Ahí está la diferencia, los seres humanos miramos las hojas, el tronco, las ramas, podemos tocarlas, …, percibirlo a través de los sentidos pero solo un místico con los ojos del espíritu, con la intuición puede llegar a sentir un éxtasis místico ante un árbol. Esta es la diferencia entre los seres humanos comunes de los que son seres espirituales. Estos últimos pueden sintonizar con los otros seres, incluso la naturaleza y percibir que en ella se mueve el Espíritu de Dios. Con la intuición descubren su presencia en cada uno de los seres y de forma especial en el ser humano.
«El Espíritu es mi alimento; el Espíritu es mi gozo; el Espíritu es mi templo y mi audiencia; el Espíritu es la biblioteca de la que extraigo inspiración; el Espíritu es mi amor y mi Bienamado. El Espíritu de Dios es el que satisface todos mis deseos, porque en Él hallo toda la sabiduría, todo el amor, toda la belleza, todas las cosas», dice Yogananda, un místico hindú.
Por eso con el corazón canto:
Ven Espíritu Santo llena mi corazón de paz, de alegría, de compasión, haz que perciba tu presencia en todo y cada uno de los momentos de mi vida. Amén.
¡Feliz día de Pentecostés!