Tiempo de soledad
Tenemos una capacidad gigante para intentar cambiar a los demás, al otro, al que está enfrente. Por otra parte, tenemos una ingente inventiva para justificar lo que no queremos cambiar de nosotros mismos. Jesús decía: “Saca primero la viga de tu ojo, para luego poder sacar la paja del ojo ajeno”.
Empezamos, con cierta frecuencia, el edificio de nuestra evolución existencial por el tejado. Es decir, por los demás, cuando la base de la construcción, somos nosotros mismos.
Y eso se consigue con, tiempo de soledad.
Me siento solo-a. Es uno de los mensajes más oídos. La soledad o el sentirse solo, no es lo mismo.
Sentirse solo no es real. Nadie debería sentirse así, porque no lo está. Siempre hay alguien a nuestro lado. Dios nos creó seres relacionales, por eso cuando no lo somos enfermamos. Cuando este “sentirse solo-a” es permanente se convierte en una enfermedad emocional.
La soledad es bien distinta. Es un lugar buscado, necesario para el desarrollo de la persona humana. Son momentos en los entras en tu interior y te encuentras con la persona más importante de tu vida, contigo mismo. Es un lugar sagrado en el adviertes que no estás solo. Tienes a tu lado alguien, a Alguien.
...
Gumersindo Meiriño Fernández