- Hemos de tener un entendimiento dispensacional de este mandamiento y no caer en el literalismo legalista de los judaizantes o de sectas anabaptistas con el sabatismo.
- Hemos de entender por otro lado el hecho de que no es posible minimizar profanando así este día santo, bajo el pretexto de no caer en el legalismo. El espíritu mundano infiltrado en la iglesia de estos tiempos cae en la práctica de profanar el Día del Señor.
- Es importante: la fe, la actitud del corazón, la búsqueda sincera de la comunión con Dios, apartarse de lo mundano; congregarse en comunión viva de la iglesia; dar alabanza; acallar y restringir al máximo la presencia del mundo y de lo mundano -esto es santificar- o apartar para Dios este día.
- Parece ser que no se da importancia a este mandamiento hasta el punto de que no hay una conciencia o sentimiento de culpa por su transgresión. Muy peligroso esto, pues transgredir o menospreciar este mandamiento es pecado. Como lo es transgredir cualquiera de de los otros. Es pecar contra la Ley de Dios. Es pecar contra Dios.