La soledad se espesa, poco a poco sus hilos invisibles tejen la telaraña inadvertida que al corazón aprieta. La soledad se adueña de todo lo que fue, de lo que existe, y lo que no vendrá, lo que está roto. Todo se pliega a ella. La soledad no duele con ese dolor sordo de la ausencia, esperanza por siempre fugitiva, inalcanzable estrella...