Podría haber vivido contigo.
Podría haberme acostumbrado
al silencio.
Habría seguido dibujándote
cada día.
Con barro.
Con cenizas.
Con lágrimas.
Habría modelado tu cuerpo,
te habría construido sonrisas,
pintado en el rostro
las líneas exactas
de la felicidad.
Y quizás,
en algún momento,
habrías alzado la vista,
habrías mirado
el crepúsculo en mis ojos
el tiempo suficiente
para darte cuenta,
de que me estaba
desgarrando por dentro,
de que me estaba
muriendo de amor...
Autor: Raúl Tamarit Martínez
Música: Max Richter-Embers
