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Description

Qué concierto de arrullos inmateriales
se anudan en la distancia,
que estancia tuya tan animada
que antepone la noche a la mañana.

Ese instante
que es un día encadenado a otro día
en que mi calma enloquece
y se desborda en tus orillas,
siento las horas goteando lluvia
por los ventanales del tiempo,
tus piernas temblando en mis costados
y mi aliento entrecortado y cortado
por las cuchillas de tus dientes y tu risa.

Que la prisa aprieta y la soledad acosa
ese lado amargo de vivir muriendo,
de morir viviendo
en la desnuda savia de tu ropa.

Qué despreocupada esencia
espolvorea tus acordes de guitarra
en una sinfonía de cuidados descuidada.

Flor apétala resucitada,
mirada ausente,
frente cosida a besos y excesos
inconclusos e irreverentes.

Rosa que en mi mano se despereza,
garza herida, desconfiada,
gata esquiva, cautelosa,
mármol blando de belleza ultrajada.

Al tañir las campanas te encontré,
y parecías un lirio blanco
con los labios ensangrentados
de alborada.

Me apresuré a decirte, a quererte,
me apresuré a tallarte
en los troncos, en las piedras,
en la luz intermitente
de las profundidades de mi alma,
en todas las tormentas y mareas
de este lado del poniente.

La brisa de mis palabras
te arreboló de amor la faz templada,
y deshecho, hecho brizna y hojas
y polen y agua y vino grana
rodando por las comisuras de tu boca,
caí en tus besos
con la inevitabilidad de un cometa
que circundara las areolas de tus pechos.

Titilaron tus pupilas en la noche de mis días
y escogí quedarme en el centro de tu vida.


Autor: Raúl Tamarit Martinez

Música: Canción japonesa sin identificar