Texto: fierronegro, música Vientos del Pueblo.
Así como hay profundidades en el cielo,
este puerto está destinado a su condena de mar.
Aquí está el ancla, aquí en esta bajada martirizada como el ojo guía
que navega en la proa de la rosa magnética que cayó de la espuma,
desde su aposento verde - azul
de los mástiles y cabos de su historia.
Galopa desde el sueño dando golpes de tambor profundo
se queda en el temor de la sorpresa
con el aroma a sal, en la madera de sus casas,
en la superficie pálida de los mármoles de 1906.
Las banderas traen el viento de los países
para esparcirlo en el puerto, en el plan y en las quebradas.
Un viento húmedo pregona la violencia que vendrá más tarde.
Me sumerjo en la magnitud del sueño,
imagino el sol desprendiéndose del rojo,
vistiendo su luto con el azul profundo venido del mar
inundando estas calles, estos hombres y estos árboles.
Beso de frente al océano, en su ceniza, bajo su sombra
y él, se está recogiendo como el día,
se está moviendo al revés para alcanzar altura
y dejar lejos, muy lejos, los muebles, el espanto y las rosas
de las casas vacías que huyeron de sus habitantes.
Se desprenden de las rocas,
se preparan para entregarse al oleaje,
veinte minutos esperan desde el temblor,
veinte desde que muertos y tumbas caen al vacío,
y en que se abren las calles, y se estrellan murallas en la pasarela.
Viene del fondo el rugido firme, certero,
viene como un trueno ahogado en la playa de los moluscos,
se abre y gime la mar con sus magníficas olas abrazando la muerte
aplastando de espuma las calles desiertas, el puerto y algunos hombres.
VALPARAISO, VALPARASANGRE, VALPARAMUERTE