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El mundo camina en tinieblas y ciegos por el engaño del enemigo, siendo prisioneros y esclavos de él. 2Corintios 4:4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”

Esas tinieblas están cegando a toda la humanidad haciéndoles caer en esclavitud del pecado y de sus consecuencias, de modo que nosotros hemos de levantarnos a traer la luz y la esperanza

Por eso nosotros tenemos que predicar la palabra como nos enseñan Romanos 10 ya que 2 Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”

Dios mando que de las tinieblas resplandece la luz, como ocurrió también en Génesis 1, y hemos visto como nosotros somos instados a ser luz, a ser luminares del mundo (Filipenses 2:15: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos a la palabra de vida”, además de este versículo temeos el importante registrado en:
Mateo 5:14 “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero,(J) y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”

Vemos una clarísima y directa delegación a la Iglesia para ser la luz del mundo. Por eso dijo sois la luz del mundo (Mateo 5.14). Ya Cristo vino como La Luz verdadera (Juan 1.9) que era la luz que alumbra a todo hombre ahora somos nosotros la luz del mundo.
Son tiempos, por tanto, en los que debemos buscar la forma de llevar el mensaje del evangelio por vías adaptadas a este tiempo, y sobre todo en esta nación en la que las personas están cansadas y hastiadas de oír palabras, y lo único que les puede hacer recapacitar es ver vidas transformadas, de modo que sus corazones sean tocados por el amor y el poder de Dios. En este sentido la Iglesia tenemos la responsabilidad, dados los difíciles tiempos que corren, de hacer todo lo posible para llevar el evangelio a las calles por todos los métodos y vías que podamos y Dios nos pueda alumbrar a utilizar para que muchos puedan ser tocados por la creatividad y los dones delegados para tal fin.

Hablaremos con algunos de los innumerables jóvenes que están saliendo a la calle para llevar el evangelio de forma creativa y tocar a aquellos que no creen a las palabras, sin palabras (parafraseando 1Pedro 3.1)