La Palabra de Dios nos habla de la tentación con bastante claridad. Abordaremos hoy en que consiste, como se produce, a que se debe y que mecanismos tenemos para vencerla, y no perder todo cuanto Dios tiene para nosotros, por una mala e inoportuna decisión.
Es muy importante diferenciar entre “tentación” y “pecado”. La tentación no es pecado. La tentación es antes que el pecado, previa al pecado.
El pecado es el consentimiento a la tentación. Así que no es lo mismo ser tentado que pecar.
Todo pecado es precedido de una tentación, PERO NO TODA TENTACIÓN TERMINA EN PECADO.
Es muy importante CONOCER que disponemos de todas las armas y de toda la ayuda necesaria de parte de Dios para vencer cada una de las tentaciones que el príncipe de este mundo nos presente a lo largo de nuestra vida. Nadie, en ningún momento de su vida, es tentado por encima de las fuerzas que Dios dispone para esa tentación.
1 Corintios 10, 13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
Obviamente nuestro modelo, referencia y ejemplo es Jesucristo, el cual dice la Palabra:
Hebreos 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
Jesús era Dios pero tenía un cuerpo mortal, y en la manera que Él venció a la tentación, nosotros también podremos vencer.
Mateo 4:1: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.”
El resultado de Su Victoria fue bastante interesante porque además de cumplir el propósito de Dios, también nos bendijo y benefició en gran manera: Hebreos 2:18
“Pues por cuanto El mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”
Pero ¿cómo se produce la tentación? Adán y Eva fueron tentado y cayeron.
Veamos el inicio del caos, la caída del ser humano en su origen:
Génesis 3:1-6 “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.”
Las consecuencias son bastante conocidas por todos (Génesis 3.14-24): Fueron expulsados y vinieron maldiciones a cada uno de los participantes en la caída o desobediencia a Dios.
Y ¿Cómo opera en la actualidad?
Santiago 1:12 “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”