Con José Ruiz Arroyo ha sucedido como con otros tantos artistas a los que con suma ligereza se les ha etiquetado de una manera simplista, no tanto porque dominaran una sola faceta del cante, sino porque el conocimiento de determinados aficionados no da para más: ¿para qué intentar comprender a fondo a un cantaor que realmente no me interesa con lo sencillo que es etiquetarlo? Pues eso mismo le ocurrió a este extraordinario artista: que si virtuoso del fandanguillo, que si otro hijo de la ópera flamenca.... Lo que viene después es conocido: se instala un (falso) concepto en el ideario flamenco, se repite convenientemente, y vamos que nos vamos.