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Description

Si usted se acerca a la iglesia de Santa María de Miranda de Ebro y se topa con la momia del chantre, mírelo de lejos. No lo mire a la cara porque hipnotiza, conmueve, hechiza, aterroriza y podría llegar a secuestrar su espíritu. Desconsuela mirarlo pensando que, por muy bien que nos conservemos tras las muerte, de esta forma o aún peor, quedaremos los que aún ahora estamos vivos.

Es un cadáver que cobra vida al mirarlo. Un caso de momificación que se escapa a la ciencia. Un santo varón en vida, que parece que no ha muerto. Un muerto incorrupto que parece sonreír a quien le mira, 632 años después de morir.

Es la momia de Miranda; el cuerpo de Pedro Pascual Martínez, el Chantre de Calahorra, un sacerdote muerto violentamente a manos de su hermano en 1390 y un caso extraordinario. La momia de Pedro Pascual Martínez flexiona el cuello, modifica la posición de su cintura, levanta brazos y piernas y conserva intactos y con brillo sus dientes y sus uñas.

Los cuencos de sus ojos están rellenos no se sabe de qué y está amortajado con las ropas de celebrar la misa, casulla negra con galón de oro, alba, cíngulo, estola y manípulo. Y sus manos cruzadas sobre el pecho con una semi sonrisa que parece un lamento sordo. Por su posición en el sarcófago, se adivina que Pedro Pascual Martínez fue un hombre muy alto y con complexión recia, de unos 2 metros de altura.