Bruce Springsteen, a pesar de todos sus dones como cronista y crítico de los Estados Unidos en la era posindustrial, es más que una estrella de rock de estadio.
Sus análisis musicalmente descomunales de las promesas de ese país, y la forma en que pueden permanecer incumplidas, sin duda le han hecho ganar millones a Springsteen, pero la capacidad de reducir ese enfoque a las luchas internas que nos guían en nuestra vida cotidiana es lo que muchas veces me hace volver a su trabajo.
Springsteen tiende a moverse de un lado a otro, alternando el ritmo entre estas dos ideas.
Saca grandes discos (“Born To Run” de 1975, “The River” de 1980, “Born in the U.S.A.” de 1984, o trabajos complementarios/transición como “Human Touch/Lucky Town” de 1992 y “The Rising” de 2002) y luego, casi como un contrapeso, le sigue alguna obra introspectiva.
Siempre me han intrigado estos puntos más personales, desde “Darkness on the Edge of Town” de 1978 hasta “The Ghost of Tom Joad” de 1995, desde “Nebraska” de 1982 hasta el tributo a Pete Seeger de 2006, ya que parecen revelar más sobre el propio Bruce Springsteen.
Se esfuerza menos por contar historias que por la simple verdad.
Ese es el lugar donde encontramos a Springsteen en “Tunnel of Love”, lanzado el 9 de octubre de 1987 cuando su matrimonio se estaba desmoronando a raíz de un calendario de giras sin parar para presentar el éxito que fue “Born in the U.S.A.” con culpa, duda y cosas aún más oscuras que se mueven por debajo de una relación.
Por eso, “Tunnel of Love” fue, tal vez como era de esperar, grabado en su mayoría lejos de su E Street Band.
Este es un álbum sobre, más que nada, estar solo: con tus pensamientos, contigo mismo e incluso, como en su hit ”Brilliant Disguise", dentro del sagrado matrimonio.
Sus giros bruscos hacia el interior, provenientes de un artista conocido por amplios bocetos de personajes establecidos en muros de sonido aún más amplios al estilo de Phil Spector, resuenan en la soledad de tu casa de una manera que no lo harían en un estadio.
Ciertamente, no hay ningún mito en este disco en particular, solo personas reales que luchan con emociones reales.
Al igual que con los confines más profundos de “Nebraska” y “Tom Joad”, sentís que esta persona no es un trabajador de una fábrica o una chica de Jersey súper maquillada, sino el propio Springsteen.
Aunque las tres primeras canciones de “Tunnel of Love” pueden sugerir lo contrario (en particular, "Ain't Got You” con su clara influencia Elvis), Bruce Springsteen parece empeñado en desmantelar la rebelión de “Born to Run”, que teje sueños, en busca de una verdad dura sobre el mundo con decisiones que tomamos en el camino.
“Spare Parts” cierra de golpe ese idealismo: “Bobby dijo que se retiraría; Bobby se quedó. Janey tuvo un bebé; no fue ningún pecado. Estaban listos para casarse en un día de verano; Bobby se asustó y se escapó.”
Encontramos la misma honestidad demoledora dentro de “One Step Up”, “Walk Like a Man” y en la canción principal de “Tunnel of Love”, que hace una aguda comparación entre las relaciones y un paseo de carnaval.
Si bien “Tunnel of Love” es menos ambicioso musicalmente, debe haber sido mucho más difícil de construir líricamente, ya que todo el concepto se basa en conexiones hechas a través de una contabilidad directa y cotidiana de las cosas.
"Debería ser fácil, debería ser lo suficientemente simple", confiesa Springsteen.
“Un hombre conoce a una mujer y se enamoran".
No alcanza con eso, como confirma el resto de este disco.
Los viajeros aquí a menudo se quedan orando por una respuesta, por una señal o, simplemente, por la redención.
“Me han pasado tantas cosas”, canta, “que no entiendo”.
Por supuesto, este tampoco es un material realmente adecuado para personas felizmente casadas.
Bruce Springsteen, y tal vez no sea una sorpresa, ya no interpreta mucho estas canciones.
Desde entonces ha vuelto a encontrar el amor y se ha convertido en un padre cariñoso, una situación que no se presta a letras como estas: “Quiero saber si no confío en ti, porque estoy seguro de que no confío en mí mismo. ”
Aún así, estoy agradecido de que Springsteen haya dado una lectura honesta a sus sentimientos antes de salir a la carretera para otra gira mundial.
Álbumes como “Tunnel of Love”, que sigue siendo, para mí, uno de los mejores de Bruce Springsteen, son el respiro, una exhalación necesaria, antes del rugido catártico y a pleno pulmón que inevitablemente evocan sus proyectos con la E Street Band.
Además, sirvió como una compañía muy necesaria cuando la soledad golpeaba.
Gracias Bruce.