¡Bienvenidos a Punto Muerto!
The Cult se formó a partir de las cenizas de dos bandas de Bradford, Yorkshire, en el norte de Inglaterra a principios de la década de 1980.
Ian Astbury era cantante en Southern Death Cult, mientras que Billy Duffy tocaba la guitarra en un grupo llamado Theatre of Hate.
Los dos encontraron puntos en común en el rechazo a las tendencias musicales vigentes en ese momento, ejemplificadas por bandas como Depeche Mode y Bauhaus, prefiriendo en cambio un estilo de rock and roll vintage de grupos como Led Zeppelin y Free, artistas que casi nadie decía gustarles en esa época.
Los primeros conciertos juntos como Death Cult, y más tarde solo The Cult, a los que se unieron el bajista Jamie Stewart y el baterista Nigel Preston, atrajeron a los fanáticos del rock, pero la prensa musical británica fue despiadada.
Los críticos de rock no podían entender por qué una banda miraba hacia atrás en el tiempo en busca de inspiración en un momento en que sucedían tantas cosas nuevas en la música, obviando soberbiamente el claro lado post punk del sonido de The Cult.
Astbury intentó, a menudo sin éxito, explicar las influencias de The Cult en entrevistas que no llegaban a ningún sitio.
“Dreamtime”, el primer álbum del grupo, fue lanzado en el otoño de 1984, acompañado del single "Spiritwalker", que alcanzó el número uno en el Reino Unido en la primavera.
“Dreamtime” alcanzó el número 21 en las listas del Reino Unido.
Musicalmente The Cult estaba comenzando a hacer su camino.
La guitarra dramática, oscura y psicodélica, hasta con tintes épicos de Duffy y los apasionados semi-lamentos de Astbury marcan la pauta desde el principio y en todo momento, mientras que la sección rítmica de Jamie Stewart/Nigel Preston mantiene el sentimiento tribal/gótico bien arriba.
Para el single del verano de 1985 de The Cult, una tal "She Sells Sanctuary", el baterista de Big Country, Mark Brzezicki, se unió a la banda.
"She Sells Sanctuary" se convirtió en un gran éxito en el Reino Unido, sonando en absolutamente todos lados hasta estos mismísimos días.
Durante la grabación del segundo álbum del grupo, el baterista Les Warner se unió a The Cult.
“Love”, lanzado en el otoño de 1985, continuó con la dirección de hard rock, con un lado gótico más acentuado, convirtiéndose en un éxito en Gran Bretaña.
“Love” mostró una marcada evolución compositiva con respecto al material inicial de Cult, fue un éxito en todo el mundo, un disco excepcional que ha envejecido mejor que los lanzamientos más aclamados (e igualmente importantes) de la banda como “Electric” y “Sonic Temple”.
Con partes iguales de hard rock, algo de psicodelia y new wave con toques góticos, las canciones de “Love” tienen un extraordinario brillo en la guitarra, arreglos precisos, percusión nítida y una interpretación dominante del vocalista Ian Astbury, quien, como siempre, dice mucho más con menos que la mayoría de los cantantes.
En general, el álbum se beneficia de una maravillosa sensación de espacio, gracias en gran parte al guitarrista Billy Duffy (quien es mucho más moderado aquí que en futuros lanzamientos), cuyo talento es especialmente notable en "Revolution" y en la canción que le da nombre al disco.
Duffy también ofrece melodías convincentes ("Hollow Man", "Revolution"), riffs afilados ("Nirvana", "The Phoenix") e incluso una introducción al estilo U2 de "Big Neon Glitter".
Sin olvidarnos que “Love” contiene joyas como "She Sells Sanctuary" y "Rain".
Teniendo en cuenta lo ecléctico que serían los lanzamientos posteriores de Cult, el álbum “Love” puede ser considerado el momento más puro de la banda.
Las cosas no fueron fáciles para The Cult después de “Love”.
El éxito de ese álbum había comenzado a crear una brecha entre las dos principales fuerzas creativas del grupo.
El líder, letrista e identidad de la banda, Ian Astbury, quería mejorar el sonido de “Love”, incorporando elementos aún más sutiles al sonido de The Cult.
El guitarrista y compositor principal Billy Duffy, por otro lado, quería un sonido más básico, de rock and roll.
Con los egos chocando por todas partes, y la banda chocando constantemente tanto entre ellos como con los productores, las cosas no se veían muy bien para el futuro del grupo.
Pero entonces llegó Rick Rubin.
Rubin, que en ese momento era famoso por su trabajo con Slayer y los Beastie Boys, además de por su sello de hip-hop Def Jam, vio el potencial de The Cult, y se encargó de llevar a la banda de regreso a el camino correcto.
Así que los llevó a su ciudad natal de New York, reservó un tiempo de estudio en los históricos Electric Ladyland Studios, les dio algunos instrumentos de alquiler y dijo "toquen".
Y ellos lo hicieron.
El producto resultante fue “Electric”, un disco estelar de rock and roll que, si bien representa una desviación del sonido anterior de Cult, ayuda a congraciar al grupo con una base de fans completamente nueva.
En lugar de los matices góticos y alternativos de antaño, el grupo ahora suena como una mezcla bien elaborada de AC/DC, Ted Nugent y Aerosmith; pero siempre con sus propias señas de identidad.
“Electric” tiene que ver con guitarras rugientes, solos desgarradores, voces apasionadas y coros para cantar, todo respaldado por una sección rítmica fuerte y simple.
Un clásico del rock de los 80 de principio a fin.
The Cult tenía como reto aprovechar el enorme éxito obtenido por “Love” y “Electric”.
Aceptaron ese desafío con “Sonic Temple” y, en consecuencia, lanzaron uno de los mejores álbumes de rock de finales de los 80.
Musicalmente el disco sigue el camino de “Electric”, pero esta vez centrándose mucho más en las canciones que tratan sobre el amor.
Billy Duffy todavía usa su guitarra al máximo, tejiendo sus solos espléndidamente ejecutados para que encajen perfectamente en cada canción.
Además, el talento vocal de Astbury, el trabajo de batería efectivo de Mickey Curry y las maravillosas líneas de bajo de Jamie Stewart fluyen muy bien juntos.
Desde que se lanzó “Sonic Temple”, al menos tres de las diez canciones se han tocado en cada uno de los shows de The Cult, dando la impresión de que sí bien “Love” catapultó a la banda al mundo, en realidad fue “Sonic Temple” el disco que los convirtió en la banda memorable que son hoy.
Incluso la portada del álbum en sí, que muestra a un joven Billy Duffy en una de sus famosas poses de rock, junto a una imagen de fondo ampliada del cantante Ian Astbury, insinúa la victoria y el éxito duraderos de la banda.
En “Ceremony”, la banda ya de dos hombres, decidió no introducir cambios drásticos en su sonido, sino que desarrolló aún más el elegido en “Sonic Temple”.
A pesar de que la duración media de una canción del disco es de 5 minutos y medio, “Ceremony” es capaz de atrapar al oyente y no dejarlo ir hasta el final, y eso ya es una proeza.
La fuerte trifecta que abre el disco (canción que da nombre al álbum, el hit “Wild Hearted Son” y “Earth Mofo”) crea una sensación de otro triunfo.
Sin embargo, desafortunadamente, el transcurrir del trabajo baja el nivel que al principio parecía intocable.
Aunque “Ceremony” es objetivamente un poco más débil que los álbumes anteriores, The Cult lanzó un LP que merecía repetidas escuchas.
Además, es el disco que los trajo por primera vez a Uruguay.
En 1993, la banda lanzó la compilación de éxitos “Pure Cult” que debutó en el número uno.
Para el verano de 1993, The Cult tenía una nueva sección rítmica, con el ex bajista de The Mission Craig Adams y el baterista Scott Garrett.
Esta formación grabó el álbum homónimo “The Cult”, que se lanzó a fines de 1994 con malas críticas y ventas.
En la primavera de 1995, The Cult se disolvió e Ian Astbury formó los Holy Barbarians ese mismo año.
Billy Duffy tocó brevemente con Vent 414 de Miles Hunt antes de formar su proyecto en solitario.
Si bien este último disco de su época dorada es el más flojo, tiene algunas grandes canciones, como la emotiva “Sacred Life”, dedicada a varios personajes relevantes que habían perdido la vida recientemente, como Kurt Cobain o River Phoenix.
En 1999, Ian Astbury y Billy Duffy volvieron a juntarse para formar nuevamente The Cult, para alegría de millones de fans, con Matt Sorum en la batería y Martyn Lenoble en el bajo.
Desde 2001 han lanzado cuatro álbumes de muy buen nivel, aunque sin llegar a los niveles de sus trabajos clásicos de los ochenta.
Incluso, regresaron a Uruguay, dando un excepcional show en La Trastienda de Montevideo.
De esta forma, llegamos al final del programa de hoy.
Esto fue The Cult en Punto Muerto.
Una banda nacida para ser salvaje.