Hay un cierto nivel al que llegan los artistas, donde empiezan a ser reivindicados y conmemorados por el pueblo en el que crecieron o donde se encontraban cuando se hicieron populares.
Incluso en el más breve de los contactos con la ciudad de Liverpool vas a notar las placas azules que marcan las casas de la infancia de los Fab Four o indicaciones para llegar al terreno sagrado de The Cavern Club, donde comenzaron su camino hacia la dominación global.
En Minneapolis, el espíritu de Prince sigue vivo en su casa/parque infantil Paisley Park y con calles renombradas en su honor, mientras que una esquina de Queens, en New York, está dedicada a la memoria de Malik 'Phife Dawg' Taylor de A Tribe Called Quest.
Además de su legado musical y cultural, los artistas notables suelen dejar su huella en el entorno físico de esta manera.
Puede ser un poco cínico de mi parte, pero creo que bastante cierto, sugerir que a menudo estas dedicatorias también son una forma de mantener un beneficio económico para una ciudad/barrio una vez que el artista ha fallecido.
Para otros, sin embargo, y específicamente para uno, la situación es marcadamente diferente.
En San Francisco, en el número 2 de Marina Boulevard, hay una iglesia dedicada (en su sentido más auténtico) a John Coltrane. Así es, una iglesia. Un lugar donde la gente se congrega todos los domingos para aprender de la obra de John Coltrane. Un lugar donde la liturgia es cortesía del inspirador saxofón de Coltrane y la música trascendente que brotó de él antes de su partida demasiado apresurada de la vida.
Franzo y Marina King fundaron un club para escuchar jazz en su garaje en 1964, donde ellos y sus amigos afinaban sus oídos para intentar detectar quién tocaba la batería o el bajo, sin leer las notas. Un día alguien trajo A Love Supreme de Coltrane y, una vez superados los recelos iniciales de Franzo, lo que escucharon tocó la fibra sensible más profunda.
Unos meses más tarde encontraron la manera de sentarse en primera fila en uno de los conciertos de Coltrane en San Francisco y sucedió lo impensable: un momento revelador del amor de Dios inundó a la pareja.
Franzo era hijo de un ministro pentecostal y estaba bastante seguro de que había escapado de las garras de la vida de la iglesia, dejándolo como un recuerdo vago y distante, pero Coltrane cambió todo esa noche.
Inspirado no solo por la música sino también por las notas del álbum que comienzan diciendo lo siguiente:
Estimado oyente:
Toda alabanza sea para Dios a quien se debe toda alabanza.
Coltrane luego continúa en esas notas describiendo y explicando su despertar espiritual de 1957 y su despertar engendró el de los Kings.
Igualmente, sus palabras, en una entrevista con The New York Times en 2021, cuentan la historia mucho mejor de lo que yo podría hacerlo jamás:
“Era como si estuviera hablando en lenguas y hubiera fuego que descendiera del cielo: un bautismo sano. Eso comenzó el proceso evolutivo y transicional en el que nos convertimos en verdaderos creyentes nacidos de nuevo en ese sonido ungido que saltó desde el tono del cielo desde la mente misma de Dios, salió del muro mismo de la creación y tomó una masa de carne, y contemplamos su belleza como alguien que se llamaba John”.
Señoras y señores, bajen la luz y suban el volumen.
Con ustedes, “A Love Supreme”.
-
Esta obra de arte, por supuesto, no fue creada solo por Coltrane.
Junto a su saxofón estaban un joven McCoy Tyner al piano, Jimmy Garrison al contrabajo y Elvin Jones a la batería.
Se reunieron el 9 de diciembre de 1964 en el legendario estudio Van Gelder de New Jersey y grabaron el trabajo en una sola sesión. Aunque se puede decir que esta brevedad se debe, en parte, a los excepcionales músicos presentes, también se debe al hecho de que Coltrane lo tenía todo esbozado.
De hecho, hace unas semanas, las cuentas de redes sociales de la fallecida pianista y compositora de jazz Marian McPartland compartieron una imagen de los gráficos y las ideas de Coltrane para la pieza.
En el documental de 2016 Chasing Trane, este nivel de preparación se confirmó con una cita del propio John, quien dijo en su momento: “Es la primera vez que tengo todo listo”. Y una vez más, emerge la espiritualidad inherente, ya que la película también cita a su esposa y colega gigante del jazz, Alice, diciendo que salió (después de dos semanas de aislamiento) de su estudio encima del garaje de la casa familiar “como Moisés bajando de la montaña”.
-
En un cortometraje de Jazz Workshop titulado Saint Coltrane: The Church Built On A Love Supreme, la estructura del álbum también se presenta de una manera abiertamente espiritual. Compuesto por cuatro pistas, se puede decir que forman o siguen el camino hacia la iluminación.
La primera pista, “Acknowledgement” (Reconocimiento), puede verse como la confesión o admisión de pecados o malas acciones.
A esto le sigue “Resolution” (Resolución), donde se busca enmendar la vida que llevamos.
"Pursuance” (Seguimiento) que es el acto de mantener los cambios necesarios para la iluminación, antes de la pista final “Psalm” (Salmo) que es la oración a Dios a través de la cual se dan gracias.
Después de una breve ráfaga de percusión, el álbum comienza con un toque de trompeta de Coltrane e inmediatamente me recuerda dos cosas.
Puede escucharse como una “diana”, el sonido de una trompeta utilizada para despertar a los soldados para el servicio, o como un reflejo del llamado a la oración que resuena en las mezquitas de todo el mundo.
De cualquier manera, es un magnífico llamado a la acción. Puedo dar fe de su sorpresa porque recuerdo exactamente dónde estaba cuando lo escuché por primera vez.
-
Mi exploración de la música más allá de lo que se escuchaba en radio, explotó cuando empecé a trabajar, más que nada porque tenía mi propio dinero para gastar en Cds.
Con unos pocos pesos en el bolsillo por primera vez (en una época en que la comida era menos importante) y tiempo para investigar, emprendí los primeros pasos de un viaje continuo de exploración que duró toda la vida.
En aquella época, abrió una disquería en Montevideo que se llamaba CD Warehouse, donde podías cambiar álbumes que tenías por otros nuevos.
Mi método casi delictivo, era comprar álbumes, copiarlos a un CD virgen en la PC del trabajo y luego cambiarlos por otros nuevos.
De esa forma pirata, conocí mucha música nueva para mí, y así llegó a mis manos una edición de “A Love Supreme” (Live In Paris).
Ignoraba el hecho de que esta era (en ese momento) la única grabación en vivo conocida de la banda tocando el álbum y simplemente la metí en el reproductor de CD y presioné reproducir mientras me afeitaba una noche antes de acostarme.
Sin querer ser hiperbólico o demasiado dramático, es justo decir que esa noche se derramó sangre.
Mi concentración decayó, mi gillette perseveró y mi cuello lo sintió, tal fue el shock.
No puedo mentir y decir que me cautivó; en verdad, mi limitado vocabulario musical y mi cerebro tardaron mucho en estar preparados para ello.
Una vez que estuve listo para ello (después de una mayor exploración y ampliación de horizontes), me impactó con un poder inmenso.
Cualquier documental que veas sobre el álbum estará lleno de grandes músicos que cuentan un impacto similar en sus vidas.
Mi historia favorita es la de Carlos Santana, quien pone el álbum cada vez que va a algún lugar nuevo, ya que insiste en que elimina las malas vibraciones o la energía de cualquier habitación en la que se reproduzca.
Además, lo llamó, de manera excelsa, un “vórtice de posibilidades”.
Muchos de nosotros tendremos historias de experiencias cuasi religiosas relacionadas con la música. Para algunos será la euforia de la pista de baile, mientras que para otros puede ser visitar algunos de los lugares mencionados al comienzo de este programa.
Lo más parecido a una experiencia religiosa que tuve fue ver a U2 tocar en Irlanda, ya hace muchos años en Croke Park, en Dublín.
En ese entorno, el hecho de ser la banda de mi vida y que iba a visitar a mi novia que estaba haciendo un curso en la Isla Esmeralda, fue como ver al papá en Roma para un católico.
Sin embargo, incluso con todo mi fanatismo, no me inspiró a inclinarme ante Dios ni a formar una iglesia, de hecho, soy ateo desde hace ya muchos años.
Mucho menos celebrarlo todos los domingos por el resto de mi vida.
Sin embargo, lo hicieron, y todavía lo hacen, para John Coltrane.