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El álbum Bleach, de Nirvana, se grabó por sólo 606 dólares, una cantidad frugal para el trío formado por Kurt Cobain, Krist Novoselic y el entonces baterista Chad Channing.
Nirvana pasó por una serie de bateristas, cuatro en total, antes de que Dave Grohl se quedara definitivamente con el puesto.

El álbum fue grabado en los estudios Reciprocal Recording, que estaba ubicado en el vecindario Ballard en Seattle.
El pequeño estudio triangular, dirigido por Chris Hanzsek, Jack Endino y Rich Hinklin, sigue siendo icónico por las grabaciones de bandas indies de todo Estados Unidos en aquellos días, la mayoría de las cuales eran artistas asociados con C/Z Records, Twin Tone, Amphetamine, Reptile y por supuesto por Sub Pop; el sello de Nirvana en aquel entonces.
Aunque, más que nada, el estudio es conocido por ser el lugar de nacimiento de la música "grunge", habiendo grabado los primeros álbumes de bandas como Soundgarden, Mudhoney y Green River.

El 23 de enero de 1989, Nirvana grabó su primer demo con Jack Endino, quien luego envió una copia a Sub Pop.
Unos meses más tarde, Nirvana regresó al estudio para grabar Bleach para el sello.
Un comienzo humilde para un disco que ha vendido más de dos millones de copias y sigue siendo el lanzamiento más vendido de Sub Pop.

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Siempre sentí que Bleach, más que cualquier otro álbum, era el sonido de la ciudad de Seattle y su gente.

A lo largo de 35 años, Bleach ha sido evaluado y analizado una y otra vez, considerado por algunos como el álbum grunge definitivo y por la mayoría como un disco fundamental en el género.
Dicho eso, siempre pensé que el grunge no es un género musical, sino una subcultura, definida por ciertos rasgos emocionales y muy influenciada por el entorno del que surgió.

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Como la mayoría de las personas, no experimenté Bleach en su totalidad hasta dos o tres años después de su lanzamiento inicial.
Cuando era adolescente, me hice familiar con Nirvana gracias a verlos en el programa del canal 10 uruguayo que te pasaba un resumen diario de lo mejor de MTV o escucharlos en un par de radios de Montevideo (las viejas El Dorado y Emisora Del Palacio), donde “Smells Like Teen Spirit” sonaba casi que una vez por hora.
Luego aparecieron “Lithium” y “Come As You Are”, lo que hizo que a mediados de 1992 me comprara el álbum Nevermind en cassette.
Mucho después se vio la icónica camiseta con la cara sonriente de Nirvana en todas partes y se conoció el nombre de la banda de manera más popular, además de su mensaje.

Fue Nevermind de Nirvana lo que atrajo la atención del grunge a las masas, y por más revolucionario que fuera ese disco (no creo que nadie esté discutiendo eso), fue su predecesor embrionario el que realmente resume lo que significa ser "grunge".
Bleach, no Nevermind, evoca el noroeste del Pacífico en EEUU.
No, no representa a los hipsters veganos que elaboran cerveza, ni ningún cliché ahora asociado con esa otra subcultura que también se asocian con la región.
Bleach representa esa especie de ambiente triste y lúgubre del noroeste del Pacífico, ese sentimiento que tan bien se trasladó al resto del mundo, que millones de adolescentes (dejando su apatía de lado) hicieron suyo.

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Bleach suena crudo, auténtico, emotivo, lleno de ansiedad (una combinación perfecta para la personalidad neurótica, deprimida y muy ansiosa de la generación X) y no solamente como un producto del mismo entorno que dio forma a los habitantes de la región, sino que a los jóvenes de toda una época.
En ese noroeste del Pacífico de los EEUU, el adolescente pasivo, apático y privado de derechos crece hasta convertirse en el mismo adulto, como resultado de haber sido criado y permanecer en una tierra de lluvia perpetua donde se ve más oscuridad que luz.
Algo con lo que esa generación X se vería muy representada, sin importar el clima en que se viviese.

La magnificencia pop que todos escucharon en Nevermind fue la versión más pulida y más fácilmente digerible del sentimiento en Bleach.
Nevermind tenía los mismos gemidos guturales de frustración y aislamiento sin estar enterrado en el barro, pero inteligentemente para su venta, no tenía la verdadera sensibilidad de angustia adolescente que se encuentra en Bleach.

Cuando escucho a Kurt Cobain armonizar consigo mismo en la furiosa canción punk “Negative Creep”, o hacer eco a través del, “You're in high school again/ You're in high school again”, en “School”, se siente al instante una dolorosa autoconciencia y ansiedad, la misma que sentí cuando era adolescente al escuchar el disco por primera vez y darme cuenta, como alude “School”, de que en realidad nunca dejás la secundaria (el liceo, como decimos acá) y que el mundo cae en una especie de caos.
Los mismos patrones inútiles, sin importar dónde estés o qué edad tengas, un sentimiento que realmente me ha seguido hasta mi vida adulta.

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La música y las letras de Bleach suenan como si estuvieran siendo masticadas y escupidas, y hay una tensión y agresión con la que nos identificamos, un tipo que difiere del espíritu de la época capturado en Nevermind y el resto de la discografía de Nirvana, que el mundo reclamaron para sí mismos cuando Seattle explotó.
La idea detrás de canciones como “Smells Like Teen Spirit” y “Come as You Are” es que la juventud de la época sólo podía encogerse de hombros y murmurar, y gracias a un buen oído para los estribillos y las letras del pop, con esta banda de punk que pudo resumir a toda una generación de jóvenes frustrados e insatisfechos.

Sin embargo, lo que esta retrospectiva no logra entender es que incluso después de que el sonido de Seattle y todo lo que vino con él, incluidas las hordas de imitadores u oportunistas, se desvanecieron a finales de los años 90, los sentimientos suscitados por Nirvana siguen muy vivos con el paso del tiempo.

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Bleach captura algo más que el fragmento social del grunge con sus tempos más lentos, armonías disonantes, instrumentación compleja y letras llenas de angustia que a menudo abordan temas de alienación social, apatía, confinamiento y deseo de libertad, temas que surgen de vivir en un lugar donde hay más árboles que personas y donde se hereda la sensación de asfixia por el paisaje.

Bleach es un estilo de vida, un sonido, una cultura, que se creó a partir del sentimiento de ese lugar, de gente que está repleta con esa inexplicable energía del noroeste del Pacífico de los Estados Unidos.
Gente que creció con el frío, la lluvia y los cielos nublados.

Bleach entiende estar atrapado en casa y no tener otra forma de liberar el deseo de autodestrucción que hacer un montón de ruido, golpear algunos instrumentos y gritar.
Ese sentimiento, esa sensación de ahogo, quedó demostrado que no tenía que ver solamente con la geografía. Era el sentimiento de una generación hija de Vietnam en el norte e hija de las dictaduras en el sur.

Había que gritar y hacer ruido, porque sino lo hacíamos, íbamos a implosionar.

Escrito y relatado con material de Consequence of Sound, Rolling Stone y Albumism.