Cuando Nirvana comenzó a grabar “In Utero”, su tercer y finalmente último álbum de estudio, la banda buscaba un cambio importante con respecto a sus dos primeros álbumes.
Sin embargo, consiguieron un gran éxito con un álbum que fusionó las piezas sonoras de esos dos discos anteriores.
En 1989, cuando lanzaron su álbum debut, “Bleach”, en el sello Sub Pop, la corriente musical simplemente no estaba preparada para las guitarras arremolinadas, la distorsión con acoples, las baterías contundentes y las canciones de slacker-pop gritadas, escritas por el líder Kurt Cobain.
Claro, Jane's Addiction, guardianes de lo que más tarde se llamaría la Nación Alternativa, habían publicado su seminal “Nothing's Shocking” un año antes, en 1988, pero las semillas de la revolución aún estaban por sembrarse.
Apenas dos años después, la continuación de “Bleach”, el segundo álbum “Nevermind”, generó él último gran impacto sociocultural en la industria de la música con sus bases casi punk, influenciados por el rock alternativo de Sonic Youth y los Pixies, letras que interpelaban a una generación y (sobre todo) excelentes ganchos pop.
Para muchos, su llegada fue posiblemente el momento más importante del rock 'n' roll desde que los Beatles debutaron en The Ed Sullivan Show (una aparición de la que Nirvana se burlaría más tarde en su video "In Bloom") o cuando Bob Dylan se volvió eléctrico en el Newport Folk Festival de 1965.
La pandemia del grunge (porque eso es lo que fue) se extendió por el mundo a la velocidad de un rayo, generando numerosos imitadores y, al mismo tiempo, coronando como reyes a Nirvana y a Kurt Cobain como voz de toda una generación.
El éxito del trío de la noche a la mañana planteó la lógica pregunta:
¿Nirvana podría estar a la altura en su próximo álbum?
El 13 de setiembre en el Reino Unido y un día después en los Estados Unidos, Nirvana respondió esa pregunta con “In Utero”, su genial tercer álbum de estudio.
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El primer aspecto notable del álbum es su productor.
Dado el éxito de “Nevermind”, habría tenido sentido que Nirvana reclutara una vez más a Butch Vig, pero Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl fueron líderes, no seguidores, y se volvieron menos obvios (y menos comerciales) al recurrir a Steve Albini.
Ex miembro de las bandas de noise Big Black y Rapeman, Albini había manejado los controles en el debut de los Pixies en 1988, “Surfer Rosa”, y mientras Cobain y compañía, paradójicamente, buscaban ampliar su sonido y ampliar su alcance reduciendo las cosas, Albini parecía el hombre adecuado para el trabajo.
NIrvana también estaba buscando una salida a las etiquetas que Mark Arm de Mudhoney y el líder de Jane’s Addiction, Perry Farrell, habían creado accidentalmente al acuñar términos como grunge y Alternative Nation.
“In Utero”, como “Bleach”, iba a ser algo que el mundo no estaba preparado para escuchar.
Excepto que esta vez, el mundo estaba listo, e incluso si el grupo hubiera lanzado un disco de una canción eterna distorsionada acompañada de un canto Hare Krishna, probablemente habría vendido un millón de copias.
Curiosamente, “In Utero” no fue particularmente innovador en términos de sonido.
¿Más fuerte? Sí, sin duda, pero si Nirvana buscaba algo realmente fuera de órbita, tanto en términos de sonido como de ventas, solo llegaron a la mitad del camino.
Si escuchás “Bleach” y “Nevermind” seguidos, puedes escuchar la crisálida del ataque sónico de “In Utero”. Es como si la banda y Albini hubieran hecho trizas los dos álbumes anteriores y los hubieran reconstruido en un monstruo de Frankenstein, tomando los aspectos menos accesibles del primer álbum y uniéndolos a los gigantescos ganchos pop con que el productor Butch Vig había hecho un trabajo tan bueno en el segundo.
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“In Utero” se diferencia de sus predecesores en varios aspectos claves.
Hay menos efectos y guitarras más crudas y desafinadas (la técnica de bajar el mi bajo a un re se convertiría en un sello distintivo de la época).
Por otro lado, “In Utero” también incluye compases extraños como en “Milk It" y "Radio Friendly Unit Shifter"), speed-metal gritando en “Tourette's" e incluso un violonchelo en las casi acústicas "Dumb" y "All Apologies".
Mientras tanto, las letras más profundas y oscuras de Cobain varían en temas desde la retorcida atracción del amor y la violencia sexual ("Rape Me") hasta el cine, como "Frances Farmer Takes Her Revenge on Seattle”, que se inspiró parcialmente en un libro de 1978 sobre la desafortunada vida de la actriz Frances Farmer, quien tuvo que sufrir penosas internaciones con tratamientos de electroshock en centros psiquiátricos, al ser diagnosticada de psicosis maníaco depresiva y esquizofrenia paranoica, luego de tener varios incidentes violentos, lo que la hizo volver con sus padres a Seattle.
Además, Frances también era el nombre de la hija recién nacida de Cobain.
En todo caso, había un mensaje personal detrás de esa historia cuando el malogrado cantante nos decía que “extrañaba la comodidad de sentirme triste”.
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También son notables los temas más radio friendly como "Heart-Shaped Box", “Pennyroyal Tea” y “Dumb”.
Cobain tenía una habilidad especial para escribir canciones pop en el estilo de los años 60 y la invasión británica.
Estas tenían estructuras simples (verso-estribillo-verso) y a veces un puente, y podían ser fácilmente digeridas por una audiencia masiva, sin bajar ni un ápice la calidad, e incluso mostrando una excelsa sensibilidad pop.
Las canciones pegadizas antes mencionadas vendieron “In Utero” a las masas, mientras que las canciones más ruidosas y complejas estaban allí para representar el crecimiento de la banda y tal vez para atraer a fanáticos marginales atrapados en escenas de punk, metal y hardcore.
Incluso cuando la banda intentó abrir nuevos caminos y posiblemente desanimar a los fanáticos ocasionales con un álbum más duro y menos sencillo, “In Utero” fue un gran éxito comercial y de crítica. Encabezó las listas de Estados Unidos y el Reino Unido, y los sencillos "Heart-Shaped Box" y "All Apologies" alcanzaron el número 1 en la lista de canciones alternativas de Billboard.
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El legado de “In Utero” está inevitablemente marcado por los lamentables acontecimientos de abril de 1994, en los que Cobain se suicidó.
Esto ha hecho que el disco suene como el oscuro presentimiento de una mente colapsada.
Yo diría que es todo lo contrario.
“In Utero” es el sonido de una banda que tiene una inmensa libertad para experimentar, para liberarse de las cadenas del llamado estrellato del rock & roll y restablecer su espíritu punk.
El disco emplea tanto color y ruido, tantas capas, tanta emoción angustiada e intensas revelaciones, que si bien no se puede descartar como algo premonitorio, se muestra como un trabajo genuino de un grupo buscando la excelencia.
“In Utero” es el sonido del caos y la definición misma de rabia frágil, pero se ejecuta de una manera plena y catártica.
En este sentido, es la declaración definitiva de Nirvana.
De esta forma, nos vamos yendo, nos vamos despidiendo de este episodio.
Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.
Esto fue “In Utero”, de Nirvana, en Punto Muerto.