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No muchas bandas pueden afirmar que fueron responsables por sí solas de todo un género y movimiento musical.
The Cure puede.

El post-punk que se escucha en su álbum debut de 1979, “Three Imaginary Boys”, evolucionó rápidamente a una forma de música más sombría y melancólica en su segundo LP, “Seventeen Seconds” del año siguiente.
Es cierto, Joy Division ya estaba ahí, pero los años posteriores dieron origen al subgénero gótico, ya que la música oscura, los estados de ánimo más sombríos y una visión de un mundo decadente inspiraron a toda una generación de jóvenes tristes durante las próximas décadas.

Un año después de su debut, The Cure regresaron más oscuros, más enfocados y acercándose al sonido que ayudaría a definir su reputación. “Seventeen Seconds” encuentra a Robert Smith liderando al grupo con canciones que preparan el escenario para el movimiento gótico que estaba esperando a la vuelta de la esquina.
Es el primero de una trilogía de álbumes emblemáticos que formaron un género.

Al igual que su anterior (“Seventeen Seconds”) y posterior (“Pornography”), “Faith” de 1981 forma una trilogía de discos que ayudaron a sellar la reputación de The Cure como sombríos y artísticos post-punks vestidos de negro.
Las canciones de la trilogía son piezas de un conjunto que construyen el estado de ánimo de cada álbum, por lo que la promoción en radios de ese material era prácticamente inexistente.
Dicho eso, ese estilo gótico, hace que esta trilogía de The Cure sean trabajos fundamentales para entender la banda.

The Cure aún no había terminado.
De hecho, le quedaba muchísimo por ofrecer luego de la trilogía gótica que cerraba “Pornography”.
A medida que evolucionaban los años 80, también lo hacía la banda.
Tan es así, que para cuando terminó la década, su música los había conducido a nuevos territorios, incluidos el rock alternativo, lo psicodélico y hasta el pop más alegre.

Sus más de una docena de álbumes a lo largo de los años han pasado por todos estos estilos casi sin esfuerzo.
Hubo algunos tropiezos en el camino, pero sin un álbum como el irregular “The Top” de 1984, es posible que nunca hubiesen llegado a “The Head on the Door”, “Kiss Me Kiss Me Kiss Me” y “Disintegration”.
Además, es el disco que nos regaló “The Caterpillar”.

Antes que eso, en 1983, The Cure lanzaba un álbum recopilatorio de singles y lados B titulado “Japanese Whispers”, que sirvió para mostrarle al mundo el lado más pop de la banda, con canciones como "Let's Go to Bed", "The Walk" y sobre todo la grandiosa "The Lovecats".

Robert Smith escribió todas y cada una de las canciones de un disco por primera vez en “The Head on the Door” de 1985, con una singular visión que ayudó a que The Cure volviera a encarrilarse después de “The Top”.
Prueban algunos estilos diferentes aquí, con grandes canciones pop, especialmente la perfecta "In Between Days" o la refinada “Close To Me”, encontrando nuevas texturas que fueron perfectas tanto para la radio como para MTV.
Con este álbum, Robert Smith descubrió cómo hacer que el gloom y el doom fueran bailables y populares para las audiencias de rock alternativo y convencional.
Fue una hazaña que la banda logró durante muchos años después, pero nunca de manera tan concisa o impresionante como lo hicieron aquí, no solamente en sus impresionantes hits, sino que en todo el disco.

Después del éxito de 1985 con “The Head on the Door”, Robert Smith dirigió a la banda a través de un gran extravaganza en forma de álbum doble que incluía algunas de sus canciones más alegres.
Sus excelentes singles ayudaron a llevar al álbum, que por extensión era algo desparejo, al Top 40 (el primero en los EEUU para The Cure).

Por otro lado, el Anglo tenía en los 80/90 un lugar llamado Self Access Centre (SAC), donde se podía ir a escuchar música en inglés y hacer ejercicios con las letras.
Pasaba muchas horas ahí, descubrí música y aprendí letras de diferentes grupos como INXS, Tears For Fears, The Cult o Yes.
Un día el SAC estaba lleno y quedaban dos cassettes por escuchar que me interesaban, "Breakfast in America" de Supertramp y "Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me" de The Cure.
Tuve la dicha de elegir el segundo y escuchar "Just Like Heaven".

Todo lo que The Cure había aprendido durante la década de los ochenta, se resumió en su imprescindible octavo álbum.
“Disintegration” lo tiene todo: cantos fúnebres góticos, largos jams psicodélicos y canciones pop superpegadizas.
Y los convirtió en estrellas masivas, siendo un absoluto éxito, dejando todo un legado para los próximos años.
Algunas de sus mejores canciones están aquí: "Pictures of You", "Lovesong", “Lullaby”, pero lo que es más importante, “Disintegration” suena como un álbum hecho por una banda en la cima de sus poderes creativos.
Una obra maestra.

Después de que “Disintegration” los terminara de convertir en estrellas mundiales, The Cure regresó en 1992 con un sonido similar, aunque minimizó los elementos más sombríos del álbum anterior.
El resultado fue el álbum con mejor performance en las listas de la banda, alcanzando el número 2 en los EE. UU., impulsado por un gran single, pero "Wish" es más que eso.
Probablemente sea el álbum más consistentemente alegre que el grupo haya hecho jamás.

Y sí, vamos a pasar esa canción que los fans aman odiar o que odian amar:

"Friday I'm in Love"

La influencia de The Cure continúa cuatro décadas después de que canciones como "Killing an Arab", "Boys Don't Cry" y "Jumping Someone Else's Train" los presentaran al mundo.
Su incorporación en 2019 al Salón de la Fama del Rock & Roll puede no ser la culminación de su larga carrera, pero pone un sello de validez en un catálogo de música que ayudó a dar forma a una época.

Nosotros nos despediremos de este episodio con una de sus canciones más bellas de The Cure.

Según entrevistas, la inspiración de la canción surgió cuando se desató un incendio en la casa de Robert Smith. Después de ese día, Smith estaba revisando los restos y encontró su billetera que tenía fotos de su esposa, Mary. De hecho, la portada del single es una de las fotografías.

Nos vamos con “Pictures Of You”.

Esto fue The Cure en Punto Muerto.