Desde la pandemia, el uso del dinero en efectivo ha ido disminuyendo, y en países como Suecia o Noruega, apenas existe.
En lugares como el centro de Estocolmo, la capital sueca, es difícil encontrar comercios que acepten pagos en efectivo.
Sin embargo, esta tendencia está empezando a dar un giro.
El Gobierno sueco está preparando una propuesta de ley, que será enviada al parlamento en diciembre, para garantizar la permanencia del efectivo en servicios básicos.
Este debate ha puesto en alerta a Suecia, que este año ha ingresado en la OTAN, siguiendo los pasos de Finlandia.
El miedo a un posible ciberataque ruso que podría paralizar el sistema de pagos digitales ha hecho que el Gobierno actúe con cautela.
