China cuenta con varias ciudades fantasma construidas como parte de grandes planes de desarrollo urbano que no llegaron a atraer a suficientes habitantes. Kangbashi, en Mongolia Interior, es uno de los casos más conocidos: pensada para albergar a un millón de personas, durante años apenas vivían allí unas decenas de miles. Yujiapu, en Tianjin, fue concebida como un distrito financiero internacional, con rascacielos inspirados en Manhattan, pero gran parte de sus edificios quedaron vacíos tras su construcción. Tianducheng, en Zhejiang, reproduce elementos de París, incluyendo una réplica de la Torre Eiffel, pero también ha tenido problemas para atraer residentes.
La construcción de estas ciudades se aceleró entre los años 2000 y 2015, impulsada por la inversión estatal y la especulación inmobiliaria. Muchas de ellas cuentan con avenidas amplias, transporte público moderno y zonas residenciales bien equipadas, pero la falta de empleo real y servicios activos ha limitado la llegada de población. Otras ciudades similares incluyen Chenggong, en la provincia de Yunnan, y Nanhui, en Shanghái. En algunos casos, con el paso del tiempo y el crecimiento de las urbes cercanas, estas ciudades han empezado a poblarse lentamente, pero muchas siguen siendo ejemplos visibles del exceso de planificación y construcción en el sector inmobiliario chino.