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Hay un momento, cada verano, en que la Sierra de Ayllón se convierte en escenario de algo más que turismo rural y aire limpio. Es un momento en el que la tierra castellana se llena de guitarras, letras polvorientas, banjos que susurran nostalgia y voces que saben de pérdidas, caminos y redenciones. Ese momento tiene nombre: Huercasa Country Festival.

Desde Riaza, corazón rural de Segovia, llega una nueva edición de este festival que ya es referencia no solo para los amantes del country, el folk o el americana, sino también para quienes buscan una experiencia emocionalmente honesta. En este episodio especial de Código Country, nos sumergimos en el cartel de artistas que llenarán de melodías la campiña castellana. Y lo hacemos, como siempre, con las canciones como guía y con los oídos bien abiertos.

Con apenas veinte años, Myron Elkins canta como si hubiera crecido entre pistas de grava, talleres mecánicos y canciones de bar. Su voz áspera y su lírica directa nos llegan en “Nostalgia for Sale” y “Factories, Farms & Amphetamines”, dos canciones que hablan del precio de la identidad en un mundo que vende incluso los recuerdos. Myron no se anda con adornos: lo suyo es el rock con raíces profundas, la sinceridad de quien sabe que la vida en el Medio Oeste americano no tiene filtros de Instagram.

Que estén en el cartel es casi un gesto de justicia poética. The Jayhawks son uno de los pilares del country alternativo. Su capacidad para combinar armonías vocales exquisitas con una melancolía luminosa está presente en cada tema que escucharemos en este episodio: “Quiet Corners & Empty Spaces”, “Smile”, “Save It For A Rainy Day”, “Tailspin” y “Two Angels”. La suya es una música que parece escrita para carreteras secundarias y conversaciones largas al atardecer, donde la tristeza no pesa, sino que acompaña. Melancólicos, sí, pero nunca derrotistas.

El country-rock de Jason Scott and the High Heat tiene algo de clásico y algo de salvaje. “Quittin' Time” es casi un manifiesto del trabajador exhausto que sueña con dejarlo todo. En “She Good To Me”, la voz se vuelve más íntima, más contenida. Scott canta desde el límite, con una banda que lo arropa sin eclipsarlo. En ambos casos, la intensidad es genuina. Una suerte de gospel secular para almas cansadas.

Con “Back Against The Wall”, Son Volt vuelve a poner sobre la mesa su mirada crítica sobre el presente. Jay Farrar, uno de los grandes letristas del género, canta como si cada palabra doliera, como si lo personal y lo político no pudieran separarse. Su presencia en Huercasa es la confirmación de que el country no es solo nostalgia: también puede ser resistencia.

Los californianos Color Green aportan una textura distinta al cartel. Su sonido es más psicodélico, expansivo, flotante, con ecos de los Grateful Dead y de las jam bands de los setenta. En “Ill Fitting Suit” y “So Far Behind”, lo que suena es la sensación de ir un paso por detrás del mundo, pero hacerlo con estilo. Son el contrapeso perfecto a los relatos más confesionales: la música como viaje sin destino fijo.

El toque instrumental lo pone Twanguero, guitarrista virtuoso que une Madrid y Nashville con cuerdas de acero y pasión flamenca. En “Fue tanto el amor”, no hay palabras, pero sí una narrativa emocional que atraviesa géneros y geografías. Su presencia en Huercasa demuestra que el country es también una forma de sensibilidad, no solo un estilo.

Por último, el potente “The Road” une a Silverada (antes Mike and the Moonpies) con Rob Leines, y es un homenaje al camino, pero no al viaje turístico, sino al camino de los músicos, los camioneros y los que se ganan la vida moviéndose. Una canción que pisa fuerte, con guitarras que no piden permiso.

Este episodio de Código Country es una invitación a caminar por los mismos campos donde se celebra el Huercasa. No necesitas billete, solo auriculares y ganas de escuchar. Porque lo que une a todas estas bandas es más que un género: es una forma de contar el mundo desde lo pequeño, lo sincero, lo vivido.

Nos vemos —o nos oímos— en Riaza.